Opinión

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24 de diciembre de 2018, 5:00 AM
24 de diciembre de 2018, 5:00 AM

Puede resultar inoportuno desear una feliz Nochebuena hoy, cuando tenemos desde hace 12 días a decenas de personas en una situación crítica como es una huelga de hambre indefinida en plena plaza 24 de Septiembre para que el Gobierno respete la Constitución y la votación por el No en el 21-F. Es inédito el sacrifico y el riesgo que corre la salud de los que ayunan por la democracia, mientras una mayoría celebrará el nacimiento de Jesús. Hemos llegado a un emblemático día de la comunidad creyente con esta coyuntura delicada y con acciones extremas para exigir que los gobernantes acaten la voluntad popular en las urnas. Quedará inscrito en la historia este sacrificio de ciudadanos que decidieron recibir por primera vez la Navidad con sus familias en una situación tan compleja y arriesgada.

A algunas cuadras de la plaza 24 de Septiembre, también un bello gesto solidario de una estudiante universitaria permitirá que centenares de personas en situación de calle cenen y reciban regalos en Nochebuena. La mesa colectiva se levantará en la Plaza del Estudiante con la ayuda de ciudadanos de buena voluntad. Será un pequeño alivio para seres humanos olvidados por el Estado, que cada día sobreviven en el abandono en las calles de la ciudad. Este año se sumarán decenas de venezolanos que migraron a Santa Cruz golpeados por la dureza del régimen de Maduro y que luchan también a diario por subsistir.

Y en el Plan Tres Mil, como todos los años, monseñor Nicolás Castellanos recibirá en su mesa de Nochebuena a decenas de adultos mayores. Otro grupo de ciudadanos vulnerable y al que nuestras instituciones le dan la espalda. Navidad al menos permite visibilizar sus dramas.

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