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25 de agosto de 2019, 3:00 AM
25 de agosto de 2019, 3:00 AM

Mientras el Ministerio Público resolvió derivar a la justicia militar al fiero comandante Kaliman, demandado por incitar al odio y al racismo, un juez con una celeridad que ya no sorprende cuando se trata de sentarle la mano a los opositores al régimen, ha dispuesto la detención domiciliaria del alcalde paceño Luis Revilla por supuestas fallas imputadas a su gestión. Donde el abuso, la arbitrariedad y la injusticia se campean, se aplica la coloquialmente llamada ley del embudo. Funciona en Bolivia, en pleno siglo XXI.

Hay un desastre medioambiental en la Chiquitania y una más que deplorable tardía reacción gubernamental y una reiterada falta de previsión y control como causas principales de la dantesca quema del bosque; el rapto con fines de trata y tráfico de una niña, felizmente rescatada por la Policía; el feminicidio número 81 del año en el país y el despiadado ataque de una joven carnicera a un pobre perro hambriento, son algunos hechos que, esta semana, han golpeado y herido nuestra sensibilidad. Lo mismo que haber escuchado, al paso, a la ‘casera’ de un mercado local que suelo frecuentar en busca de frutas. “Mamita, esta vez no tengo nada podridito”. Como si tal cosa, le dijo a una anciana de pollera que, extendiendo la mano y mendigando su caridad, le pidió a la insensible vendedora algo para llevarse a la boca. ¡Qué alma podrida!

 

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