Opinión

Conflicto médico, vencer o perecer

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3 de enero de 2018, 4:00 AM
3 de enero de 2018, 4:00 AM

El conflicto iniciado por los profesionales del sector salud se ha convertido en un detonante no previsto por el régimen. Muchos factores confluyen en este histórico enfrentamiento, pero quizás el de mayor importancia radique en el retorno de las clases medias como interpeladoras con voz propia. La indestructible relación médico-paciente fue el dispositivo que movilizó a las clases medias. El cálculo político del Gobierno se quebró al no comprender que al atentar contra los médicos, atentaba contra un enorme contingente poblacional que, a despecho de todo lo que se diga,  alguna vez encontró en el trabajador de salud su mejor aliado.

Estas clases medias ignoradas por el ‘proceso de cambio’ se replegaron durante más de una década bajo el manto de un silencio temeroso. Acosados y perseguidos por el Gobierno, los  “clasemedieros” (calificativo de uso frecuente por los ideólogos del MAS) resultaron ser  el reducto más poderoso de las fuerzas democráticas que el régimen pretende devastar. Su aparición en el juego de fuerzas desatadas por el conflicto no ha podido ser neutralizada, no solo porque se trata de un estrato mayoritario en la sociedad boliviana, sino, también, porque nunca se postró ante  los postulados etnoracistas del régimen.

Debido a esta peculiar configuración, el conflicto adquirió  una dimensión nacional a la que se van sumando sectores de todos los estratos sociales, seguramente, además, porque más allá del art. 205, el código en su totalidad es una mala copia de las más feroces dictaduras latinoamericanas, la cubana y la venezolana, y porque en el fondo está pensado para someter al pueblo cuando el caudillo decida declararse vitalicio.

Esto conlleva implicaciones pocas veces mencionadas. La primera de ellas es que una derrota del movimiento aniquilaría toda posibilidad de recuperación democrática. El régimen arrasaría el sector médico, al que seguirían todos aquellos grupos profesionales, sindicales, gremiales, intelectuales etc. que apoyaron el proceso. Se trata, en consecuencia, de una disputa en la que hay una sola opción: o ganas o pereces; empero, el pueblo ha comprendido más rápido de lo esperado que el sector salud se ha convertido en el baluarte de las luchas democráticas y no está dispuesto a abandonarlos, a pesar de los riesgos que esto suponga y lo penosa que pueda resultar la batalla.

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