Opinión

Crux Sancta

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22 de marzo de 2019, 4:00 AM
22 de marzo de 2019, 4:00 AM

Del 21 de marzo al 5 de mayo, el espacio de arte Manzana 1, nos regalará la exposición fotográfica Crux Sancta, de Álvaro Mier. Este arquitecto de profesión, se inicia de manera autodidacta en la fotografía el 2009, aprovechando los conceptos sobre composición, forma, espacio y color que hacen parte de la formación de su carrera universitaria.

Aprender a ver el entorno de una manera diferente, lo llevó a explorar las calles y la vida cotidiana, captar situaciones casuales, elementos geométricos, colores, texturas y jugar con la luz natural. En una primera instancia, se inclinó por la fotografía callejera, con motivos y elementos arquitectónicos, como foco central.

Si bien, es su primera exposición individual en una galería de arte, su trabajo ha sido difundido en un considerable número de revistas, periódicos y publicaciones exclusivas. Además, de estar presente también, en sitios web internacionales especializados en arquitectura e interiorismo. Ha tenido una destacada participación en el libro Catedral Metropolitana de Santa Cruz de la Sierra del arquitecto Víctor Hugo Limpias, que fue publicado para el centenario de la consagración de la Basílica Menor de San Lorenzo. Álvaro Mier es, por sexto año consecutivo, el fotógrafo oficial de la muestra de arquitectura, diseño y paisajismo, Casacor Bolivia, que todos los años edita un anuario de lujo con su vasta y espectacular producción fotográfica.

En esta ocasión, su exposición Crux Sancta, en su mayoría de cruces cristianas, es el registro fotográfico de una mirada sensible y perspicaz, que no escatima esfuerzos en la búsqueda y exploración de ángulos, perspectivas, luces y sombras de este enigmático objeto.

El origen del símbolo de la cruz es tan inexplicable como misteriosas son las interpretaciones que le otorgan las tan disímiles culturas en las que está presente: fenicios, persas, etruscos, griegos, escandinavos, celtas, africanos, australianos, chinos, tibetanos, iroqueses, navajos, aztecas, e incluso aimaras, han ostentado cruces en sus representaciones iconográficas o como emblemas de sus religiones, creencias o manifestaciones culturales.

La aparente sencillez o simplicidad en su trazo alberga una intensa complejidad por la multiplicidad de sentidos y significados que cada una de las culturas le ha otorgado. Este signo -casi universal-, que entrecruza dos simples líneas en ángulo recto, ha sido usado para representar, en niveles místicos, filosóficos o sociológicos, aspectos humanos muy diversos, y hasta contrapuestos.

Suerte, inmortalidad, equilibrio, orden, encuentro de lo humano y lo divino, tiempo y espacio, centro, muerte, puerta de acceso, expiación, perdón, redención, materia, complementariedad de opuestos, infortunio, suplicio, puntos cardinales, son -entre otros tantos- los múltiples significados de este símbolo ancestral.

El lente viajero de Álvaro Mier, “arquitógrafo” (arquitecto y fotógrafo) como le decimos sus amigos, nos deleita con cruces de diversos estilos, tamaños y lugares. Sus fotografías son preciosas postales que —en sí mismas—, expresan nuevos significados, más allá de los habitualmente conocidos y estudiados. Son cruces que demarcan territorios, encuentros, evocaciones, hitos, recuerdos y testimonios.

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