Opinión

Cuidado con la propiedad privada

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23 de julio de 2018, 7:09 AM
23 de julio de 2018, 7:09 AM

Setenta años duró el empeño de los soviéticos por eliminar la propiedad privada e imponer el comunismo. Al final, la propiedad privada fue la fuerza que derrotó a la ‘madre patria socialista’.

Unas mafias conformadas por los exjerarcas controlan los despojos de lo que había sido una superpotencia, que ahora se ha especializado, por vocación de todos ellos, en el arte de hackear. En eso son muy buenos. Y en inmiscuirse en elecciones, incluso en Estados Unidos.

Aquí, en nuestro continente, el nuevo presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel, se propone restablecer la propiedad privada en la isla, 60 años después de que fuera prohibida por la dinastía de los Castro. La propiedad privada más apreciada por los cubanos terminó siendo contar con neumáticos, para emigrar.

En ambos casos, el triunfo de la propiedad privada se debió a que los Estados fracasaron en el manejo de la economía. En este caso, en administrar los bienes de producción en nombre del pueblo. Mostraron que los pueblos, de veras, tendrían que elegir mejor a sus representantes. 

Y en Bolivia, el frente contrario a la propiedad privada, el gobierno de Evo Morales, está haciendo un muy buen trabajo, pero al revés. Está mostrando, hasta extremos de delirio, lo extremadamente malos que pueden ser los jerarcas en la administración de los bienes del Estado.

Con el examen que dieron en Bulo Bulo se han aplazado de tal manera que han creado los mejores argumentos para que nunca más, “nunca nunca, nunca siempre” (Almafuerte), sean creadas empresas estatales. Mil millones de dólares.

Y cuando se hagan las cuentas de los teleféricos de La Paz, eso será un festín para quienes se oponen a las empresas estatales. Hasta el alcalde Luis Revilla, tan próximo al partido de gobierno, ha criticado que se hayan invertido otros mil millones de dólares en esa telaraña mal diseñada de los cables más caros que hayan llegado a Sudamérica en toda la historia.
Es decir que en este debate sobre la capacidad de los gobiernos de manejar empresas estatales los tiempos se están acortando. En la Unión Soviética duró setenta años, en Cuba sesenta y en Bolivia doce años. Vamos bien.

Cuando se vaya este gobierno, el remate de las cosas inservibles que ha comprado, tan caras, será un espectáculo. El proceso de cambio terminará en un gran remate.

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