Opinión

De Noel Kempff a Sergio Antelo

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8 de septiembre de 2019, 4:00 AM
8 de septiembre de 2019, 4:00 AM

Lo que está ocurriendo en la Chiquitania, amenazada de muerte por una ola de incendios forestales reactivada hace dos meses, ¿es apenas un accidente de la naturaleza?, ¿acaso una suma de casualidades?, ¿tal vez solo resultado de una que otra medida inoportuna?, ¿o simplemente la consecuencia de un inocente descuido humano? ¿Qué responderían a estas interrogantes dos cruceños como Noel Kempff Mercado y Sergio Antelo Gutiérrez? He pensado mucho en ambos estos últimos días, y no por si acaso. Todo lo que sucede hoy en la Chiquitania me lleva a la obra intelectual de ambos, muy relacionada a los recursos naturales, al territorio y, cómo no, al poder y capacidad de desarrollo de la región.

Ni el profesor Noel ni el arquitecto Sergio están ya entre nosotros. Pero los dos, de una manera u otra, están hoy más vivos que nunca. El primero no solo por el extraordinario legado que dejó a Santa Cruz y al país como investigador, gestor y militante defensor de los recursos naturales, sino porque su trágica muerte marcó un hito histórico en la lucha contra el narcotráfico y la defensa de las áreas, reservas y los parques nacionales en toda Bolivia. El 5 de septiembre de 1986, hace ya 32 años, el profesor Noel fue asesinado por sicarios del narcotráfico que operaban en el Parque Huanchaca. Kempff presidía un grupo de científicos, que iniciaba una nueva expedición por el parque.

Huanchaca fue rebautizado como Parque Nacional Noel Kempff Mercado en homenaje al profesor. Hoy, es uno más de los que corren peligro por el avance del fuego. ¿Qué diría el profesor al saber que fue desoída su voz de alerta por la descontrolada deforestación? En los años ochenta, la amenaza venía de los traficantes de drogas. Ahora, también de otros traficantes: de tierras y de fauna silvestre. Hoy como entonces, con el aval del Gobierno central de turno. Tal vez la diferencia más notoria entre esos años y el nuevo siglo está en el claro y agresivo proyecto de control geopolítico de la cúpula del MAS, en el que el objetivo final es el dominio territorial y cultural del oriente boliviano.

En estas reflexiones entra el pensamiento de Sergio Antelo, uno de los ideólogos, gestores e impulsores del Movimiento Nación Camba. Sí, de la “temible” Nación Camba, defenestrada incluso por gran parte de las élites empresariales y políticas cruceñas, a las que les hizo poca gracia el Memorándum lanzado el 14 de febrero de 2001. Ni qué decir de las élites intelectuales, económicas y políticas paceñas, que corearon al MAS tildando el Memorándum, para variar, de “separatista”, “secesionista” y “racista”. Releo ahora sus seis puntos y no puedo sino constatar una visión certera de lo que le deparaba a Santa Cruz, sobre todo en el tema de los recursos naturales, territorio y poder.

“Como no somos colonia de nadie -se lee en el tercer párrafo del punto 4- rechazamos enfáticamente cualquier política que a título de colonización depredadora involucre inconsultos asentamientos humanos, sean estos de bolivianos o extranjeros, y que conspiren en contra de los equilibrios geopolíticos internos y externos. Nuestras reservas forestales y las áreas protegidas son intocables”. Ni este punto ni los anteriores que fijan duras críticas al “Estado-negocio, prebendal, centralista y ajeno”, fueron del agrado de las élites económicas cambas y collas. Hoy queda más claro que nunca.

El Memorándum de la Nación Camba merece ser rescatado. También, el de 1903. De igual manera, el legado del profesor Kempff. Sobre todo ahora, cuando Santa Cruz languidece en septiembre, en vez de florecer, porque la Chiquitania arde y se consume no apenas su flora y fauna. También está en riesgo el patrimonio cultural que acuna una riqueza que se traduce en modos y costumbres que hacen a la esencia del ser oriental. Un patrimonio intangible, que sobrevive a más de tres siglos de agresiones e intentos de colonización externa e interna, pero también a cientos de años de olvido propio.

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