Opinión

De miedos, pasión y puro sentimiento

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20 de diciembre de 2018, 4:00 AM
20 de diciembre de 2018, 4:00 AM

Bastaba una chispa para encender la pradera. Infiltrados masitas o radicales marginales arremeterían contra el TSE y otras instituciones, desoyendo el llamado a la calma. Era previsible, la furtiva y anticipada habilitación del binomio inconstitucional despierta nuestros demonios. Es apenas el preámbulo de un año electoral dominado por el derroche de la política de sentimientos y sinrazones. Ya comienzan a tejerse definiciones montadas en la confusión de amores y desamores, de pasiones, miedos e incertidumbres.

En política ‘el que se enoja pierde’ y el que no tiene un plan B se asfixia sumando derrotas. Oposiciones y oficialismo tienen ambas debilidades. El masismo no supera el enojo provocado por el No mayoritario del 21-F y la ‘Evo dependencia’ le cierra el paso a la renovación de su proyecto agotado cada vez más autoritario.

En el bloque opositor, plataformas, comités cívicos y partidos no terminan de entender que la lucha contra regímenes de autócratas endiosados bajo ropaje democrático es más compleja que la librada contra viejas dictaduras. Insisto, urnas, concertación del bloque opositor en asuntos críticos, calles, organización, control electoral, denuncia y resistencia en una contienda electoral maratónica serán imprescindibles.

El miedo a que nuestro destino siga la ruta de la debacle venezolana será un referente del voto anti-Evo. En la otra vereda, el gobierno siembra el temor al retorno al pasado neoliberal. Y es que, en la antípoda del drama de Venezuela, la crisis argentina es una buena carta a jugar para reflotar lealtades en medio de la incertidumbre globalizada.

El régimen no es inmune a este abanico de sentimientos encontrados. Ni la parafernalia de las primarias ni la prematura electoralización aplacan sus temores. Buen pretexto para sumergirse en la frenética entrega de obras, tarea confundida con el oficio de gobernar. El festín prebendal, consustancial al fraude no convencional, ¿será suficiente para recuperar el apoyo perdido? El oficialismo pierde el sueño frente al relampagueo de cifras rojas que maquilla o esconde. Se disemina la sensación de inseguridad. No hay plan B sostenible ni razonable.

La pasión por la política se convirtió en la adicción al poder. El miedo a perderlo lo atormenta. “El miedo es el más ignorante, el más injurioso y el más cruel de los consejeros” (Edmund Burke). El miedo se ancla en la ausencia de información en un mar plagado de mentiras. Disculpas por el pesimista adiós a este 2018.

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