Opinión

El Suma Qamaña de Evo Morales

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11 de septiembre de 2019, 4:00 AM
11 de septiembre de 2019, 4:00 AM

En su asunción al poder, el presidente Evo Morales prometió liderar un Gobierno respetuoso de la Madre Tierra y en apego a los valores del Suma Qamaña (Vivir Bien). Después de 14 años, lamentablemente esa promesa no se ha cumplido; por el contrario, son considerables las acciones tomadas en agravio a la naturaleza y el medioambiente.

La depredación de la selva amazónica ha experimentado un crecimiento alarmante durante este Gobierno. En los últimos diez años se ha acelerado la deforestación de los bosques bolivianos y, en contraparte, no se producen más alimentos ni se generan mayores recursos para exportación.

La estrategia de relocalización -con la indiscutible intención de ganar el voto en los lugares menos favorables y que trae a la memoria el Gobierno de Don Víctor Paz Estenssoro y el 21060- ha causado una avalancha de campesinos de las zonas altas a la amazonia, que sufre las consecuencias de la transculturización.

Los negociados con la Federación de Empresarios Privados de Santa Cruz (Fepsc) para la conversión de tierras amazónicas para el cultivo de caña destinadas a la producción de biocombustibles es causa de deforestación, el 75% de la deforestación ocurre en el departamento de Santa Cruz. El proyecto contempla una inversión privada de $us 1.600 millones para duplicar las plantaciones de caña de azúcar (en más de 180.000 hectáreas) para incorporar el etanol a la matriz energética nacional en los próximos ocho años.

Los cultivos de coca están erosionando y transformando el extraordinario ecosistema de los Yungas, rico en biodiversidad, pero con una profundidad de 10 cm que la lluvia arrastra fácilmente.

La minería ilegal en el norte de La Paz, los yungas y la amazonia está envenenando las aguas de los ríos con mercurio, de consecuencias devastadoras para la población de las comunidades originarias y para la fauna acuática.

Dentro del Gobierno existe la errónea percepción de que la responsabilidad es de los países industrializados y que nosotros no tenemos por qué preservar lo que ellos no supieron cuidar; es decir, ojo por ojo y el mundo se quedará ciego. ¿Acaso nuestras futuras generaciones tienen responsabilidad por nuestras acciones?

“Lo trágico de estas funestas acciones es que el destino de los más de 20 pueblos indígenas, que habitan en 12 áreas protegidas, ni siquiera se ha considerado.

Las brutales represiones, como las de Chaparina y Takovo Mora, el avance del camino por el centro del Tipnis, la desintegración de la reserva de Guarayos y la desidia del Estado frente a la inminente extinción de los pacahuara, los chacobos, los canichanas y los sirionó así lo confirman”. De acuerdo a datos del Cedib, 5 áreas protegidas habitadas por indígenas están tan afectadas por los planes de expansión petrolera, que ya han perdido su condición de tales.

El broche de oro es, sin duda permitir, ... “por si fuera poco, el uso de transgénicos con el fin de multiplicar la producción de soya, maíz y sorgo, no para alimento humano, sino para producir biocombustible y ampliar el hato ganadero, lo que, de concretarse generará una erosión irreversible que puede convertir los fértiles suelos orientales, en eriales antes de 20 años”. Estas son contundentes acusaciones formuladas por el ex defensor del pueblo, Rolando Villena.

No hay que ser fundamentalistas, no hay que negar el desarrollo ni los avances tecnológicos, pero estos deberían estar supeditados a la natural convivencia con los valores y normas de usufructo del planeta. La tierra no es nuestra, nosotros somos la tierra

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