Opinión

El baile después de La Haya

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23 de marzo de 2018, 4:00 AM
23 de marzo de 2018, 4:00 AM

Luego de todos los alegatos relacionados a la demanda marítima boliviana que se llevan a cabo en la Corte Internacional de Justicia –órgano judicial de Naciones Unidas–, confío en que ese tribunal emita un fallo exhortando a las partes a sentarse a negociar sus diferendos. Esta esperada sentencia, favorable a los intereses bolivianos, sería celebrada casi como la clasificación a un mundial de fútbol, y, seguramente, aprovechada políticamente por quienes llevaron adelante las gestiones. En ese hipotético escenario, se abriría una negociación de buena fe, entre Chile, Bolivia –y quizás incluso Perú–, para resolver nuestro enclaustramiento.

Un experto en el tema de negociaciones, el profesor del INCAE Sergio Ramírez, publicó el ensayo Negociar es bailar. Conceptos y guías para la negociación eficaz, que plantea la visión del proceso de negociación asemejándolo a un baile. Ramírez afirma que al negociar requerimos que nuestro consorte coopere con no-    sotros –como en el baile– y que el interés en obtener su colaboración estriba en que necesitamos a la otra parte para obtener algo mejor que lo que obtendríamos si no logramos ningún acuerdo. Para disfrutar la danza –obtener resultados– la pareja debe ponerse de acuerdo sobre el ritmo; uno de los dos debe guiar al otro, o dejarse guiar; y buscar espacios para conocerse.

Una primera dupla estaría conformada por los ministros de Relaciones Exteriores: Fernando Huanacuni, por Bolivia; y Roberto Ampuero, por Chile. En este afán de explorar con quienes iremos a bailar, aquí van unos pincelazos de la posible pareja de nuestro canciller.

Roberto Ampuero –flamante jefe de la diplomacia chilena del nuevo Gobierno de Piñera– es muy conocido por su saga de novelas policiales protagonizada por el detective privado Cayetano Brulé. Este curioso personaje de ficción, de origen cubano, aparece en siete libros (¿Quién mató a Cristián Kustermann?, Boleros en La Habana, El alemán de Atacama, Cita en el azul profundo, Halcones de la noche, El caso Neruda y Bahía de los misterios). Brulé es un exquisito sibarita, de buen humor y que resuelve intrincados y riesgosos casos con pocos recursos y mucho ingenio. Convencido de sumarse a la construcción del socialismo junto a Allende, llegó a Chile hace más de tres décadas, junto a una chilena medio aristocrática y de convicciones revolucionarias que estudiaba en un exclusivo college de Miami. Después del golpe militar, se quedó a vivir en Valparaíso, donde los perseguidos izquierdistas lo despreciaban al considerarlo un gusano proimperialista, y los derechistas, lo desdeñaban por sospechar de que fuera un infiltrado castrista.

Ampuero, además de esta saga, tiene entrañables novelas: Pasiones griegas, Los amantes de Estocolmo, entre otras. Pero, quizás, su libro más esclarecedor es Nuestros años verde olivo, que es una novela autobiográfica donde el protagonista abandona el Chile de la Junta Militar para buscar refugio en países socialistas. Este libro es uno de los testimonios más contundentes sobre el desencanto político de la revolución cubana, con la cual Ampuero tuvo un entusiasmo inicial.

Los gringos tienen una sonora frase para el hipotético escenario pos-La Haya: “It takes two to tango” (hacen falta dos para bailar tango). Será necesario conocer el ritmo de nuestra pareja para alcanzar un acuerdo en el que todos bailemos a gusto.

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