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6 de marzo de 2019, 4:00 AM
6 de marzo de 2019, 4:00 AM

El nombramiento de Toribio Ticona como obispo auxiliar del centro minero del norte de Potosí, con asiento en Uncía, provincia Chayanta, es coetáneo con el inicio de las actividades de la Universidad Nacional Siglo XX en el primer semestre del año 1986. Acontecimientos importantes que marcan un derrotero de progreso en la región más pobre de Potosí, por no decir de Bolivia: agricultura tradicional con arado egipcio, aldeas abandonadas, intemperie del tiempo, ausentismo escolar, resignación de vida y mucho más.

La creación del obispado y de la UNSXX son hechos irreversibles con variables religiosas y políticas de vieja data. Fueron años de fin de las dictaduras y recuperación de la democracia. Los militares todavía tenían mucho poder y con declaraciones incendiarias calificaban a la universidad minera como subversiva y anárquica, ordenando a la fuerza pública un seguimiento a su labor. Advertido el Consejo Universitario de esta perversa situación, tomó los recaudos necesarios para evitar decomisos de sus equipos, como máquinas de escribir, que según los militares eran armamentos. El obispo Ticona intervino para que la revisión se realice en presencia de la autoridad eclesiástica y el Consejo Universitario, actuando desde luego con cautela e inteligencia para proteger a la universidad. La presencia de profesionales egresados de varios estados con gobiernos socialistas incluyendo Rusia y Cuba, habían dado lugar a los antojadizos comentarios: se estarían formando guerrilleros para derrocar al Gobierno constitucional, habida cuenta del hermetismo institucional (esta cautela era una medida para evitar confrontación con el sistema universitario, contrario a la presencia obrera en la universidad).

La llegada del obispo Ticona marcó un antes y un después en la vida universitaria. Escuchaba y anotaba los problemas administrativos, económicos y académicos, tratados en el consejo universitario. Sus declaraciones fueron contundentes: “La universidad es la esperanza del norte de Potosí. Nada ni nadie podría impedir su funcionamiento, la universidad obrera rompería el sistema de la estructura tradicional, memorística y magistral, de la enseñanza aprendizaje”.

En una conformación sui géneris del consejo universitario participaban no solo el rector y las autoridades académicas, los obreros tenían su representación en la persona del dirigente Cirilo Jiménez, que a su vez era vicerrector, y el obispo Toribio Ticona. Como un ejemplo de la importancia del obispo, recordamos que en una ocasión, en 1985, las autoridades del norte de Potosí se encontraban reunidas en el salón de la parroquia de Uncía, el subprefecto, con tres policías, amenazó a los presentes por el estado de sitio imperante en el país. Situación fulminante que fue respondida por el eclesiástico Ticona señalando que no se trataba de una reunión política, sino del comité de defensa de los intereses del norte de Potosí, abandonado a su suerte: es decir, miseria y hambre. Ordenando Ticona al subprefecto a retirarse, bajo conminatoria militar por ser el capellán de la guarnición de Uncía con el grado de mayor. El subprefecto se mandó mudar en silencio. Así era de respetada la autoridad del obispo Ticona.

Ticona asumió un compromiso social con estrechos vínculos con su pueblo originario y campesino, tomando con su vida la opción por los pobres. Como rector fundador de la UNSXX, valoro la designación de Toribio Ticona como cardenal de Bolivia. Un hombre humilde que desde la parroquia de Uncía llegó a la máxima jerarquía de la Iglesia católica del país.

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