Opinión

El gran Alexander von Humboldt

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10 de marzo de 2019, 4:00 AM
10 de marzo de 2019, 4:00 AM

El aristócrata germano Friedrich Wilhelm Heinrich Alexander von Humboldt vio la luz en Berlín (Prusia) el 14 de septiembre de 1769 y falleció el 6 de mayo de 1859, con casi 90 años de edad. Es conocido simplemente como Alexander von Humboldt, aunque hoy no muchos recuerdan quién fue ni qué hizo. Eso cambiará en pocos meses más. El célebre investigador será objeto de especiales homenajes que le rendirán las embajadas alemanas esparcidas por el mundo con motivo de cumplirse próximamente 250 años de su nacimiento. El gran Alexander von Humboldt recorrió buena parte de las Américas, es reconocido como padre de la geografía moderna y de la ecología.

Humboldt realizó dos grandes expediciones en su vida. La primera fue hacia lo que hoy abarcan Venezuela, Colombia, Ecuador y Perú. Luego siguió su periplo por Cuba y México entre 1799 y 1804. La segunda expedición fue hacia Rusia en 1829 y lo llevó hasta el Asia Central. Los viajes por América fueron los más influyentes por su impacto en el propio Humboldt y por la influencia mundial que alcanzaron. Junto con su compañero de viajes, el francés Aimé Bonpland (quien luego tuvo por sí mismo una larga trayectoria en Paraguay y Argentina), von Humboldt gestó un valiosísimo bagaje de elementos útiles para la ciencia en múltiples rubros. Además, von Humboldt tuvo encuentros importantes con líderes americanos de la época, en particular el entonces presidente de los recientemente independizados Estados Unidos y con Simón Bolívar, antes de que éste iniciara su gesta libertaria.

La inminencia del 250º aniversario reavivará el conocimiento y la figura genial de von Humboldt, otrora muy recordado, hoy no tanto. Se comenta que en 1869 -al cumplirse el centenario de su nacimiento- las festividades e inauguraciones de estatuas fueron múltiples a lo largo del globo, particularmente en Europa y en el hemisferio occidental. Hoy en 2019 los brillos de von Humboldt nos llegan mucho más atenuados, pero no por eso dejarán de ser inmortales. Él fue un naturalista notable. Se especializó en diversas áreas de la ciencia tales como antropología, física, zoología, ornitología, climatología, oceanografía, astronomía, geología, botánica, etc. Era un pensador en grande y con mente multidisciplinaria, además de ser humanista de pura cepa.

Von Humboldt realizó su primer viaje formativo en 1790, el que lo llevó hacia Holanda e Inglaterra. Allí pensó en la posibilidad de ir hacia otros continentes mientras la revolución francesa en curso fortaleció sus ideas democráticas. Munido de una sólida formación universitaria y de una cuantiosa herencia que le proporcionaba holgura económica, a fines del Siglo XVIII Alexander abandonó la carrera de funcionario público y decidió hacer realidad su ambición científica. Partió hacia América en 1799.

Humboldt terminó sus excursiones por el continente con una visita a Estados Unidos en 1804, donde fue huésped del presidente Thomas Jefferson, de suyo un apasionado de los estudios geográficos. Tuvieron muchas coincidencias, pero el tema de los esclavos negros era un muro infranqueable entre los dos. Alexander aborrecía la esclavitud. Por su lado, Jefferson, uno de los padres fundadores del nuevo país y autor del texto de la Declaración de la Independencia que afirmaba “todos los hombres eran creados iguales”, no solo poseía esclavos sino que también reconocía la “importancia” de mantener la esclavitud para “sostener” el desarrollo económico. Humboldt denunció públicamente esta doble moral, resuelta mucho tiempo después en Washington. Recién el 6 de diciembre de 1865 mediante la Enmienda Constitucional XIII se prohibió definitivamente la esclavitud.

De vuelta en Europa Humboldt comenzó la publicación de varios libros que relataban sus aventuras ante un público europeo fascinado por las riquezas naturales y culturales de Sudamérica. Al mismo tiempo que escribía sobre las maravillas de la naturaleza tropical de América y su riqueza cultural.

La importancia de von Humboldt en nuestros días proviene de su capacidad para ver las interrelaciones entre el medio ambiente, la sociedad, la política y la economía. Fue el primer pensador occidental moderno en describir al planeta como un gigantesco organismo vivo, en el que seres humanos, plantas, animales, suelos y clima, se relacionan e influyen entre sí. La novedad de esta visión integral causó impacto en un mundo que todavía sustentaba modelos mecanicistas de pensamiento.

Charles Darwin llevó consigo varios libros de Humboldt durante su histórico viaje. Sin esa sana influencia, Darwin difícilmente habría escrito el “Origen de las Especies”. Alexander fue probablemente uno de los últimos pensadores globales de su tiempo. Utilizó su ductilidad mental para mostrar cómo se relacionan varios fenómenos diferentes entre sí por medio de un enfoque interdisciplinario. Por ejemplo, mientras exploraba las regiones sudamericanas, ya en esa época supo interpretar adecuadamente la relación entre agricultura y cambio climático.

El progreso de la ciencia en el siglo XIX condujo inevitablemente a una creciente especialización y al relativo aislamiento de diversas disciplinas, lo que dificultó mantener la visión planetaria que Humboldt tuvo. Esta situación persiste; la mayor dificultad que ahora se tiene es precisamente la de integrar los muchos conocimientos acumulados en una sola visión global.

Humboldt partió de un concepto científico innovador y por eso se lo reconoce como el padre de la ciencia ambiental. Él desarrolló por primera vez una comprensión científica de los ecosistemas; demostró que lo que existe en el planeta está vinculado a través de múltiples relaciones. Humboldt comprendió a nuestro planeta como un todo único compuesto de sistemas interconectados. Este es el núcleo de su visión intelectual. Alexander enfatizaba la interconexión de la naturaleza y de las diferentes formas de vida, estratificadas estas en función del clima, la altitud u otros factores físicos.

Sería incorrecto catalogar a von Humboldt únicamente como persona de imagen global. Buena parte de su trabajo se basó además en minúsculas mediciones hechas con paciencia teutónica. Era un generalista sí, pero penetraba profundamente en los detalles cuando eso se requería. Humboldt fue un científico puro que utilizó la mejor tecnología del momento para medir lo que humanamente podía: temperatura, humedad, campo magnético, color del cielo, así sucesivamente. Y junto a esto estaban las observaciones de la roca y el suelo, el sabor del agua, hongos, insectos, plantas, animales y personas. Todo este conjunto se reunió en su ágil mente para mostrarle al mundo los innumerables vínculos de mutua dependencia que se cruzan en el mundo natural, incluidas las dependencias humanas.

Humboldt se imbuía tanto de sus viajes como de sus experimentos y sabía narrarlos. Sus crónicas eran demandadas con avidez; muchos jóvenes europeos -por el simple hecho de leerlas- ya se imaginaban como exploradores. Eso le dio en su época inmensa popularidad. Finalmente y con felicidad para él, sus innovaciones científicas fueron reconfirmadas en el otro lado del mundo, cuando años después visitó el imperio ruso durante su última expedición.

Se ha dicho que visto retrospectivamente Humboldt se parece al hombre moderno; podría caber en este tercer milenio y sentirse cómodo. Al mismo tiempo, él fue fundamental en su propio tiempo y en su propio lugar. Allá por 1830 ya enumeró la deforestación, el riego y las grandes masas de vapor y gas producidas por la industria, como problemas graves para el futuro del planeta. Hoy lidiamos con esos problemas. Las conferencias que cada tanto dictaba en su vida adulta y en su vejez le permitieron reunir ideas para su obra magna “Cosmos”, en la que trabajó hasta su muerte. El genio de Alexander von Humboldt vivirá siempre.

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