Opinión

El poder cruceño

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20 de julio de 2019, 4:00 AM
20 de julio de 2019, 4:00 AM

Santa Cruz nunca ha tenido un mando real en Bolivia. Los tres presidentes cruceños (Velasco, Busch y Banzer) le debieron su poder a las armas, no a los votos, salvo los triunfos electorales del general Banzer de 1985 y 1997, posteriores a su Gobierno de facto. El asunto es que en casi 200 años de vida independiente, Santa Cruz ha dado, escasamente, tres mandatarios.

Muy poco si se compara con La Paz o Cochabamba. Al parecer nos acostumbramos a que otros gobiernen y nos resignamos mansamente a eso. Como durante más de un siglo estuvimos al margen de los acontecimientos nacionales, que se decidían esencialmente en La Paz, no nos dimos cuenta de que podíamos pesar políticamente, hasta 1971, cuando desde Santa Cruz se gestó el levantamiento contra la dictadura de J.J. Torres. Entonces se pudo decir que los cruceños fuimos actores y administradores del poder.

No solo era cruceño el presidente, sino también ese gran político y canciller que fue Mario R. Gutiérrez y cambas fueron varios de sus colaboradores. Lo de Hugo Banzer fue distinto a los sucesivos gobiernos del general Velasco, cuando Santa Cruz era todavía una aldea lejana que acababa de decidirse por pertenecer a Bolivia; o al Gobierno de Busch, logrado por su comportamiento heroico en el Chaco, pero cercado en La Paz por algunos políticos y militares que no lo soportaban. Banzer accedió al mando apoyado por cambas y collas, desde el falangismo de Mario Gutiérrez pasando por el movimientismo de Víctor Paz.

Además de una gran parte del empresariado, que esa vez decidió jugárselas. Sabemos que Banzer, querido y odiado en Santa Cruz, entró de lleno a la arena política para defender su Gobierno dictatorial de un juicio de responsabilidades descabellado y hacer democracia en serio, retando a los sibilinos diestros altoperuanos. Hizo un partido como ADN para luchar, pero no fue un partido camba como es hoy Demó- cratas, muy cruceño, y creado en nuestra ciudad. ADN fue un partido nacional, con dirigentes collas, fundado en La Paz, que ganaba y también perdía elecciones en Santa Cruz. No se puede decir que con Banzer hubiera un poder camba, pero había un camba en el mando, el primer cruceño que ha entrado al Palacio Quemado como resultado del voto y al que le seguirán otros sin duda.

El exdictador había aglutinado primero a FSB y el MNR en el Frente Popular Nacionalista, y luego, desde el llano, hizo el Pacto por la Democracia con el Dr. Paz, el Acuerdo Patriótico con Paz Zamora, y obtuvo el 80% del apoyo parlamentario en 1997, para asegurarse los dos tercios en el Congreso.

Fue producto de su gran capacidad de concertación, ahora algo inexistente entre los políticos, y no de un poder efectivo que le diera Santa Cruz. Hoy Santa Cruz tiene en Rubén Costas a un líder de incuestionable valor a la cabeza de Demócratas. Y a Óscar Ortiz como a un intachable candidato a la Presidencia, aunque disminuido por su origen, que no cuaja en occidente.

Es la primera vez que germina en Santa Cruz un partido cruceño con dirigentes cambas; un partido que nace de las entrañas del cruceñismo, pero que se expande al resto del país porque se trata de la visión que tienen de la patria los nuevos dirigentes del oriente. ¿Ha surgido Demócratas como un poder cruceño real? ¿Hay otra fuerza camba importante que no sea la acomodaticia UCS? Es hora de que se encumbre un presidente o presidenta nítidamente cruceños.

Es incomprensible que hasta hoy nuestro escaso poder se haya “cocinado” en La Paz, como fue con Busch y Banzer. No se entiende que un imperio económico carezca de fuerza polí- tica. Hay falta de experiencia o de vocación. Y falta de seriedad y compostura de quienes hacen chacota desde altos cargos electivos. Además, las divergencias entre los líderes cruceños llegan a la iracundia, lo que da una imagen deplorable. Por eso la indiferencia del pueblo hacia la clase política es previsible y retrasa el surgimiento de un verdadero poder regional.

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