Opinión

El ‘verdadoso’ vicepresidente

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4 de octubre de 2018, 4:00 AM
4 de octubre de 2018, 4:00 AM

Corre por las redes sociales la grabación de una antigua rueda de prensa del vicepresidente. Eran vísperas del referendo del 21 de febrero de 2016, el famoso 21F. Con todo el aplomo del mundo, como si hablara de sus convicciones más profundas, Alvaro García Linera dice a los asistentes: “por supuesto que los resultados del recuento oficial van a ser respetados y acatados … de manera plena”. Asegura: “Los referéndum se ganan por 1 voto. Eso es lo que cuenta. En un referéndum, 1 voto hace la diferencia y ese voto hay que respetarlo porque es representación democrática de la mayoría … Eso es democracia”.

Fueron sus palabras cuando se creía ganador, para que nadie se atreviera a poner en duda su triunfo en las urnas. Era lo que en ese momento le convenía. Cuando los resultados salieron adversos, se olvidó de sus verdades de a puño e inventó nuevas verdades que le convenían en la nueva situación. Hace una semana ya no era respetable un voto, ni 100.000, ni importaba la democracia. Derrotado, arenga a sus bases para que se armen de dinamita y echen a patadas a los que exijan respeto al recuento oficial del 21F.

Si una persona ama por conveniencia, decimos que se prostituye ¿Cómo se llama al que opina por conveniencia? ¿Es prostitución intelectual? ¿Quizás, prostitución política? Decimos “palabra de honor” porque nuestras palabras son la representación de nosotros mismos. Nuestro honor queda en duda si decimos lo que no somos, o lo que no pensamos, o lo que no hacemos. Nuestra dignidad se devalúa cuando mostramos que es falso lo más profundo de nuestro ser, nuestro pensamiento, nuestra verdad, nuestra palabra. Romper ese respeto a nosotros mismos es prostituirse.

El mismo personaje que dice que las elecciones se ganan con un voto y que ese voto se respeta, él mismo afirma ahora que su derrota fue empate. Hace una semana, cuando el vicepresidente estaba absurdamente seguro de que el Tribunal Internacional de La Haya nos daría toda la razón, dijo que en Chile estaban desesperados porque el fallo que venía contra ellos era intocable, inapelable. Cuando llega el baldazo de agua fría del fallo adverso, promete que apelarán el fallo, que pocas horas antes era inapelable.

Sonreímos ante las permanentes mentiras y contradicciones del señor García Linera, pero no son un detalle sin importancia. No son error, ni anécdota. Son una realidad nacional. Es la realidad política y ética de una persona y de todo un movimiento que con esa deshonestidad conduce nuestra patria. No es una mentirilla, no es una inexactitud. Es el uso intencionado que se hace de la mentira y es la manipulación pretendida de los sentimientos y de la inteligencia de nuestro pueblo. Eso tiene un nombre más grave que el de prostitución.

Cuando se maneja la política nacional con tan poca honestidad, cuando cambian la verdad, según sus intereses personales, se puede esperar lo inimaginable. Con esa credibilidad hablan de transparencia y de honradez. Con esa honestidad hablan del manejo de la economía. Así hablan del respeto que tienen por nuestro pueblo y por cada uno de sus sectores. Así hablan de lo que han logrado y de lo que les falta por hacer. Así se llaman socialistas y así hablan de los que no les son serviles. Así es la separación de poderes. Así es la lucha contra el narcotráfico. Así respetan la Constitución. Así son el cielo que nos prometen y el cataclismo que nos anuncian.

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