Opinión

En repudio de la violencia y confrontación

El Deber logo
14 de septiembre de 2019, 4:00 AM
14 de septiembre de 2019, 4:00 AM

L as últimas 48 horas han sido tensas para el departamento de Santa Cruz. La violencia política enrareció el ambiente, beneficiando a los que pescan en río revuelto y sembrando incertidumbre en la ciudadanía.

La confusión no puede ni debe provocar que los cruceños perdamos de vista que la prioridad de este momento es el desastre de los bosques de la Chiquitania, de la Amazonia y del Chaco.

Sin duda que las cenizas de los incendios están golpeando no solo a los ecosistemas afectados, sino también a la clase política que está en una desesperada carrera por el poder.

Las acciones y las omisiones dejan factura; las acciones oportunas y las que se demoraron han sido registradas por la comunidad que ha visto con dolor que sus bosques se conviertan en escenarios desolados y sin vida.

En medio de semejante emergencia, ha sido incomprensible que colonos afiliados al MAS inicien una marcha y amenaza de cerco a Santa Cruz para pedir que se anule la pausa ambiental para que ellos puedan seguir desmontando.

Obviamente, esa acción generó molestia y rechazo en todo el departamento, lo suficiente como para caldear los ánimos ciudadanos. Menos mal que fue suspendida antes de llegar a la capital. Al día siguiente se anunció que el MAS tomaría todas las rotondas para “recolectar ayuda para la Chiquitania”.

La movilización en las rotondas, que fue declarada como parte de la campaña política por el candidato a senador Rolando Borda, fue repelida y atacada por jóvenes vestidos con poleras del 21-F, quienes se enfrentaron a militantes del partido de Gobierno, con la ágil intervención de la Policía departamental, que en este caso mostró la eficiencia que se extraña cuando hay otros sectores (como el transporte público) que perjudican a los habitantes de esta urbe.

Lo que se consiguió fue la reedición de la confrontación que ya se creía superada hace varios años. También que la verdadera tragedia que viven los cruceños quede en segundo plano, en una penosa transición que va de la angustia por los incendios a la angustia por la violencia política desatada.

En medio de tanta confusión crecieron exponencialmente los mensajes de odio en las redes sociales, así como la propagación de noticias falsas, pretendiendo incluso comprometer la credibilidad labrada con esfuerzo y compromiso con la verdad de medios como EL DEBER. No cabe duda de que hay quienes ganan con este clima de tensión e incertidumbre.

No solo se puede hablar de los candidatos en carrera electoral, sino también de otros actores políticos locales. Lamentablemente, hay muchos que velan por sus propios objetivos e intereses, relegando los del departamento y el país.

En tal sentido, hay que exigir que prevalezca la sensatez general, porque es la única manera de encarar con posibilidades de éxito la emergencia en nuestros bosques y el bienestar de todo el país, que vive de los alimentos que produce Santa Cruz.

Ni los colonos de mentalidad cortoplacista pueden imponer su interés por desmontar y generar más daño al medioambiente, ni los políticos que compiten por el poder tienen por qué sembrar miedo en la población. A los gobernantes hay que exigirles que estén a la altura de los cargos que ostentan, ya que la historia los va a juzgar más allá de sus éxitos o fracasos circunstanciales en la búsqueda de poder.

Tags