Opinión

Guerra comercial, destrucción creativa y oportunidades

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26 de mayo de 2019, 4:00 AM
26 de mayo de 2019, 4:00 AM

En abril de 2018 predije que la guerra comercial iniciada por Trump a largo plazo sería negativa para EEUU. El tiempo transcurrido me está dando la razón. Veamos. La destrucción creativa -original de Karl Marx- fue divulgada por Werner Sombart y finalmente, Joseph Schumpeter la popularizó como fundamento de su teoría de la innovación. La destrucción creativa ocurre por la aparición de productos que desplazan a los viejos. El automóvil sustituyó las carretas tiradas por caballos; los discos de vinilo cambiaron por casetes, luego el CD y después el mp3. Inventos y/o mejoras extinguen (“destruyen”) lo anterior. Y así viene el desarrollo, el cambio cualitativo.

La ventaja tradicional de EEUU radicó en su gran capacidad de generar destrucción creativa y desarrollo sostenido por medio de constantes innovaciones. Al no tener -aparentemente- capacidad de innovación (se decía que sólo copiaba) se pensó que el crecimiento de la República Popular China (RCP) tarde o temprano decaería. Sin embargo, en esta última década China ha demostrado tener notable capacidad de innovación propia y ahora la guerra comercial la está incentivando aún más. Al crecer la innovación, habrá mayor destrucción creativa y desarrollo en la RCP. Ese proceso irá en contra de los intereses económicos de EEUU. Los burócratas de Washington no consideraron que una guerra de tarifas incentivaría en Beijing la innovación explicada por Schumpeter un siglo atrás. En el cercano futuro el liderazgo mundial no será militar: estará en manos de quien lidere el cambio tecnológico. Ese ámbito parecía ser eterno monopolio de EEUU. Ya no será así, hay temporada abierta para quien innove más y la RCP podría tomar la delantera...

En todo conflicto hay perjudicados y beneficiados; el enfrentamiento comercial no escapa a esa verdad. En estos lares nuestros, surgen potenciales ganancias en algunos rubros. El dragón chino importaba alrededor de 100 millones de toneladas de soya de EEUU y Brasil. En represalia a tarifas impuestas por Trump, su colega Xi Jinping le aplicó 25% de arancel a la soya norteamericana. En medio de estas trifulcas surgieron en China la fiebre porcina y la escasez de otros tipos de carne. No es por casualidad ni por turismo que delegados de Beijing han estado recorriendo frigoríficos cruceños y haciendo pruebas de calidad de la carne boliviana. Los chinos deberán importar productos cárnicos para compensar pérdidas internas. Por tanto, para nuestro país se abre un mercado gigantesco en la materia y que deberá ser bien aprovechado. Con la soya puede pasar lo mismo, la RCP tiene que compensar el no importar más soya proveniente de EEUU. Ya ven, hasta en las crisis hay oportunidades...

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