Opinión

“Habla suavemente y carga un gran garrote”

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8 de julio de 2018, 4:00 AM
8 de julio de 2018, 4:00 AM

La histórica frase del epígrafe  -habla  suavemente y carga un gran garrote- se la atribuye al presidente estadounidense Teodoro (“Teddy”) Roosevelt (1858-1919) como una expresión clave de su enfoque pragmático en materia de política exterior, aunque probablemente el origen de la sentencia sea anterior al propio Teddy. Él la usó como un medio de diplomacia resumido así: se pide algo en voz baja y cortés; si no se obtiene lo que se pretende o solicita, se usa el palo y se acabó el asunto. El garrote obviamente era la fuerza militar, pero previamente se amenazaba con la violencia para forzar el cumplimiento. Con todo su inherente maquiavelismo, la fórmula funcionaba; hoy en día se la utiliza bajo otros términos más sofisticados, tales como el poder ‘blando’ -persuasión e influencia- y el poder ‘duro’, es decir, amenazas, fuerza directa o sanciones especiales.

Desde el punto de vista de las grandes potencias, las cosas no han cambiado mucho a lo largo del tiempo. No en vano el general alemán Karl Haushofer manifestó que habían países desventurados que eran yunque (la mayoría) frente a unos pocos países fuertes que fungían de martillos. La fuerza, el poder, la capacidad de imponer voluntad propia y de golpear primero, es un elemento insoslayable para imponerse en la dura arena mundial.

Hoy en día, el controvertido y vocinglero presidente estadounidense Donald Trump, ha dado vuelta la vieja fórmula de Teddy Roosevelt, que ahora se la podría escribir de la siguiente manera: “amenaza primero con usar el garrote y luego manéjate blandamente”. En varias ocasiones Trump ha blandido la vara del poderío global de Estados Unidos en su trato con enemigos y aliados de EEUU. En su época, el legendario Teddy abogó por una diplomacia en principio persuasiva, aunque respaldada por la fuerza. A la inversa, Trump ha esgrimido primero amenazas y tratos despectivos para luego ser ‘simpático’, el que ‘concede’ o mitiga tensiones.

En otras palabras: el actual mandatario norteamericano muestra el garrote primero y luego adopta una postura blanda. Esto ocurrió nítidamente con Kim Jong Un, el líder norcoreano. En un principio Trump amenazó públicamente con destruir a su país; agitó el garrote de entrada.  Tras el encuentro de ambos en Singapur, Trump se deshizo en acarameladas adulaciones a favor de Kim e inclusive suspendió unas operaciones militares en la zona -programadas con mucha antelación-  para ‘agradarlo’ a Kim. Por ahora parece que la discutible fórmula de Donald funciona, pero es un hecho que la no menos discutible fórmula usada allá en los albores del Siglo XX por Teddy, tiene más historial en el campo práctico de las relaciones internacionales.

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