Opinión

¿Hasta cuándo el descontrol en las carreteras?

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13 de agosto de 2019, 4:00 AM
13 de agosto de 2019, 4:00 AM

Lejos de haber logrado una mejoría en el país, cada año hay más accidentes de tránsito; por consiguiente, más ciudadanos que pierden la vida o quedan heridos con lesiones que podrían evitarse. Las noticias ocupan espacios diarios en los medios de comunicación y las acciones siempre son reactivas, pero no logran acabar con estos saldos que causan dolor a miles de familias y espanto a toda la población.

La Defensoría del Pueblo presentó un informe la semana pasada, dando cuenta de que 260 personas perdieron la vida en carreteras del país; más de 1.500 ciudadanos quedaron heridos e inhabilitados para desarrollar sus actividades cotidianas. La Autoridad de Fiscalización y Control de Pensiones y Seguros (APS) reporta que se han contabilizado 4.397 accidentes de tránsito en tres meses en Bolivia, con un promedio de 49 cada día en las rutas del país.

Llama la atención que casi la mitad de los accidentes, 2.157, ocurrieron en el departamento de Santa Cruz; seguido muy de lejos por La Paz y Cochabamba. También sobresale el dato de que gran parte de estos hechos tiene a un minibús como protagonista y que un tercio de los peatones afectados está en esta región.

Las cifras son espeluznantes porque permiten corroborar que más gente muere en accidentes de tránsito que por enfermedades crónicas. Las causas principales tienen que ver con exceso de velocidad, consumo de bebidas alcohólicas mientras se está al volante y falta de control. En realidad, las dos primeras se resumen en la tercera, porque lamentablemente en Bolivia no hay fiscalización sobre las carreteras ni sobre los conductores.

Revisando hechos cotidianos, es lamentable constatar que los conductores de buses de transporte interdepartamental aún trabajan muchas más horas que las ocho establecidas en la Ley General del Trabajo, que apenas descansan durante un relevo de su ruta, para después reiniciar el viaje hacia otro destino. Para contrarrestar el cansancio, muchos optan por el consumo de coca y otros productos, pretendiendo alargar la energía vital y arriesgando la lucidez necesaria en cualquier ruta. ¿Cuántos exámenes antidoping se realizan al año, quién los fiscaliza? ¿Tienen los choferes algún chequeo médico que permita constatar que están en condiciones adecuadas para conducir por largas horas?

Por otro lado, al viajar por las rutas interdepartamentales es lamentable no encontrar efectivos de la Patrulla Caminera, salvo en algunos retenes. La vigilancia es inexistente en las vías de Bolivia. En otros países hay fiscalización en las rutas y no existe posibilidad de exceder la velocidad máxima permitida. En Bolivia rige la lógica de que todo vale o se arregla con una ‘coima’. Ni qué decir sobre el consumo de bebidas alcohólicas. Queda mucho camino por recorrer para evitar tragedias causadas por ebrios al volante. No solo porque arriesgan su propia vida, sino fundamentalmente porque atropellan o matan.

Las autoridades prometieron instalar GPS en los buses, ya no hay noticias de tales dispositivos; ofrecieron policías encubiertos como pasajeros y tampoco se supo más. Es que quienes tienen el poder no viajan en bus, se trasladan en avión o en helicóptero y no saben la realidad que confrontan la mayoría de los bolivianos.

No podemos seguir con tantos accidentes ni muertos. Se precisan autoridades que sepan establecer reglas e imponer el orden. De lo contrario, Bolivia seguirá registrando tragedias que engrosan las estadísticas y dejan luto. A los ciudadanos les toca exigir controles y convertirse en fiscalizadores de los conductores que los transportan.

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