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1 de agosto de 2019, 4:00 AM
1 de agosto de 2019, 4:00 AM

“A veces se gana y siempre se aprende” esta frase, está escrita en una pared de Laboratoria, una start up de innovación social con base en Lima, creada por Mariana Costa Checa, una joven peruana premiada por el Instituto Tecnológico de Massachusetts como una de las personas más innovadoras menor a 35 años. Mariana y su proyecto Laboratoria han desafiado los modelos tradicionales de formación, apostando en cinco meses de estudios, a la formación de mujeres de bajos ingresos que no pueden acceder a la universidad, pero que sí tienen un gran potencial de desarrollar habilidades tecnológicas. En Laboratoria estas mujeres se convierten en desarrolladoras de web y diseñadoras de experiencia de usuarios, pero también adquieren habilidades blandas que las empodera para enfrentar las exigencias del mercado laboral. Una vez formadas Laboratoria las ayuda a ubicarse laboralmente, teniendo una exitosa tasa de empleabilidad del 80%.

El ejemplo de Laboratoria de Perú, evidencia que la innovación se califica además de social cuando se busca combinar rentabilidad empresarial con impacto en la vida de la gente. La innovación social está creciendo rápidamente en el mundo, se han interesado inversores, empresas, emprendedores, gobiernos, organizaciones de la sociedad civil que han encontrado en la unión de los términos “innovación” y “social” un camino para generar rentabilidad y responsabilidad social.

Pero Laboratoria también deja claro que es más virtuosa la conexión entre la demanda de habilidades y la oferta cuando produce movilidad social de forma rápida como el caso de Cecilia, una joven de 19 años que gracias a este programa genera ingresos para su familia trabajando como desarrolladora en una empresa del centro financiero de Lima.

La tan mentada y necesaria conexión universidad-empresa, educación-matriz productiva hoy es más urgente que nunca, y de la velocidad con que se haga dependerá el lugar en el que nos ubiquemos como sociedad, como país.

Sin lugar a dudas apostar a la Innovacion social en Bolivia, constituye una alternativa de desarrollo. Las organizaciones, las empresas, los emprendedores bolivianos, tendrán que adaptarse a nuevos modelos en lo que hay que involucrar a los usuarios, compartir ideas, aprender de las respuestas de los ciudadanos, construir redes de aprendizaje colectivo y abierto, esto permitirá acelerar los procesos para encontrar las mejores soluciones compatibilizando rentabilidad e impacto en la vida de la gente.

Está claro que el tiempo del debate infructuoso y del miedo a lo desconocido es parte del pasado; hay que hacer las cosas, hay que atreverse, porque como dijo Zuckerberg, creador de Facebook, “Hecho es mejor que perfecto” y como dice en otra de las paredes de Laboratoria “Si te da miedo hacerlo, hazlo con miedo”.

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