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Jhonnatan Tórrez despierta a un lobo vestido de oveja

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1 de julio de 2018, 22:23 PM
1 de julio de 2018, 22:23 PM
El lobo. Jhonnatan Tórrez Casanoba ha conseguido escribir una crónica potente que se lee como un cuento. Un cuento de no ficción, con personajes que viven un tormento que bien uno puede preguntarse a cada instante: ¿esto es verdad? Pero la vida es así, y la crónica periodística tiene ese atributo, que el mundo sepa una verdad por más dura que sea y a pesar de eso, leerla hasta el final. Aunque duela, aunque obligue a cerrar todas las ventanas de la realidad para que no invada el espanto. Además, la crónica lo cuenta bien si el cronista echa mano de las herramientas de la literatura y si se ha puesto a la tarea de investigar como Dios manda: con tiempo y sin prisa, alejado de esa presión insoportable de la noticia caliente. Y este autor lo ha conseguido. En su obra

El lobo es la crónica con la que Jhonnatan ha ganado la mención de honor de la última versión del Premio Nacional de Crónica Pedro Rivero Mercado que convoca EL DEBER. Es la historia que cuenta sobre las personas a las que se les ha diagnosticado lupus, una enfermedad que suele llegar con un diagnóstico tardío. Unos meses, o quizá años en saber qué es lo que está pasando adentro.  “Por eso esta enfermedad se ganó el apodo de La gran simuladora. Es el lobo vestido de oveja... Básicamente es una enfermedad en la que todo el ejército de defensas que deben proteger a nuestro cuerpo, esos microscópicos soldados que atacan con disciplina a aquello extraño que llega, recibe órdenes confusas y ve como extraño a nuestro propio cuerpo, atacándolo. Sí, es uno contra uno mismo. Como si el lobo, en vez de atacar desde afuera, lo hiciera por dentro”. Un lobo con un armario infinito de pieles de oveja”. Un bocado de la pluma de Jhonnatan. 

Hace pocos días, en una charla que di en una universidad, me preguntaron sobre las estrategias que se utilizan para escribir una crónica. Es un trabajo duro. Dije, a modo de respuesta rápida y veraz, porque detrás de cada texto hay una montaña de conocimientos que se van acumulando para conseguir un texto enriquecido por una enorme información que sostiene todo lo que se ve, lo que se lee. Como la punta del iceberg que debajo del mar oculta una montaña de hielo que desde los barcos nunca se verá.

La crónica de Jhonnatan tiene eso. Y el lector lo siente. Detrás de cada párrafo seguro que hubo horas de conversaciones, de visitas, de oído atento a los personajes con los que fue tejiendo la historia. Y el resultado está ahí. Una pieza que se lee como un gran reportaje que ofrece datos confiables, con diálogos como los que argumenta una novela, el dramatismo potente de un cuento, la fuerza motora de una leyenda como las que contaban nuestros abuelos y nuestro mundo de niño quería que fuese verdad, aunque nos estábamos muriendo de miedo. 
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