Opinión

Justicia maldita

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9 de mayo de 2019, 4:00 AM
9 de mayo de 2019, 4:00 AM

En las últimas elecciones judiciales, de triste memoria, la población fue a votar, pero en Santa Cruz el 80% inutilizó su voto de mil maneras, más o menos como en todo el país. Nunca había ocurrido nada parecido. Era protesta. Eran diversas maneras de gritar rebeldía. Afloraba un estilo inusitado de ira multitudinaria ante la iniquidad que nos dieron en lugar de la justicia que habían prometido.

La justicia nacional había llegado a niveles insospechados. Era todo, menos lo que debía ser. Cuando llegó el MAS se puso manos a la obra para el cambio, pero la cambiaron para peor. Nombraron jueces a los de sus filas. Eligieron fiscales de entre los suyos. Pusieron collar a la Policía. Así secuestraron y sojuzgaron a la justicia que habían ofrecido liberar. Violaron masivamente a la que nos juraron que sería virgen. En su nueva manera de seleccionar a los jueces, mostraron más sectarismo y parcialidad que en la forma antigua que queríamos superar. Acabamos peor que antes. El problema no era el camino, sino la honradez en el uso del poder.

Construyeron, adobe a adobe, una justicia que en ningún momento es árbitro imparcial, que tampoco aplica la ley, pero es lo que nos prepararon. Es lo que tenemos porque la robaron para que les sirviera a ellos, a su partido, a su proyecto de poder.

En una cooperativa de servicios cruceña alguien hizo un fraude de varias decenas de millones de dólares ¿Qué hizo la justicia? Lo primero, lo más importante, fue encerrar en la cárcel al que denunció el desfalco. No hace falta ser un sabueso para deducir qué defiende la nueva justicia.

La alcaldía cruceña facturó millones de dólares por un dron comprado en la calle. Como es amiga, ni el Ministerio Público ni la justicia parpadearon. En un municipio de la oposición compraron mochilas para los escolares del departamento. Nadie sabe si hubo sobreprecio, pero el alcalde está detenido con ignominia desde hace más de un año. No hace falta ser un experto investigador para deducir qué busca la justicia.

Apareció un peligroso rival para las elecciones de octubre. Inmediatamente empezaron los preparativos para golpearlo con todo tipo de juicios, por el tema de Quiborax, por coimas de Odebrecht, por narcotráfico. No tienen argumentos claros para ninguno, pero acusan. Como al prefecto cruceño, que han demandado en decenas de juicios y no pueden definir ni uno. No hace falta ser Sherlock Holmes para darse cuenta de qué papel juega la nueva justicia del MAS.

Ahora salen a la luz los dueños de la justicia que tenemos. Después de casi un decenio de inútil desesperación por condenar a los acusados de terrorismo, se sacan de la manga una ley procesal, que no hacía falta, para liberar a los acusados que no han podido condenar. La promulgan porque quieren liberar a sus amigos embarcados en juicios de ayer que les urge extinguir. No hace falta ser sabueso, ni investigador, ni Sherlock Holmes para descubrir quién es el delincuente.

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