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6 de septiembre de 2019, 4:00 AM
6 de septiembre de 2019, 4:00 AM

La inversión en acciones de compañías globales parece haber entrado en un letargo como el de la economía estadounidense, esto sirve como base al 90% de las operaciones bursátiles que se realizan on line alrededor del mundo, sumada a la guerra arancelaria entre China y Estado Unidos.

Y es que de acuerdo al último informe económico y financiero revelado por el Gobierno de Donald Trump, aún es temprano para hablar de recesión, pero la mayor economía del mundo se encuentra en un proceso de desaceleración que se acentúa cada trimestre.

Las desastrosas caídas de los principales índices bursátiles en todo el mundo, la valorización del dólar en Latinoamérica que no se ha detenido desde el año pasado, han cobrado ya sus primeras víctimas: los consumidores, que hasta hace unos meses confiaban en la prosperidad de sus pequeños portafolios de acciones, y que ahora han tenido que interrumpir abruptamente la demanda de productos y servicios de todo tipo.

Ello incluye desde artificios de alta tecnología a la última moda -como los celulares de tercera generación y otros dispositivos inalámbricos para conectarse con internet- hasta viajes de turismo y todos aquellos productos de consumo masivo de los que -aunque pareciera que no- era posible prescindir. En abril, el consumo privado subió tan solo 2,1%, la tasa más baja desde 1997.

La adquisición de bienes duraderos, como inmuebles y automóviles, pasó de crecer del 10,6% en el trimestre anterior al 6%; y la compra de bienes perecederos, como alimentos, ropa y calzado, pasó de crecer un 2,4% al 0,4%.

Esto solo podía conducir a una segunda y más grave consecuencia de la desaceleración.

En mayo, las empresas prescindieron de 114.000 trabajadores del sector no agrícola de la economía y, antes de que se publique el informe correspondiente, se prevé que en mayo ocurrieron otros 53.000 despidos. Otros indicadores revelaron que muchas de las características que le conferían vigor a la economía estadounidense también cambiaron radicalmente.

Las inversiones de las empresas en equipos de tecnología y en programas de computación -uno de los principales componentes del PIB estadounidense- cayeron entre abril y junio a una tasa que, anualizada, representa un 14,5%.

La cifra revela, en forma dramá- tica, cómo el sector tecnológico se precipita hacia la recesión. Durante el primer trimestre, la caída fue mucho más leve, del 4,1%, y es la primera vez que este tipo de inversión cae durante tres trimestres consecutivos.

No obstante los anuncios de ajustes a la economía de EEUU, hechas en mayo pasado, parece que todo apunta, no tanto para estimular el consumo y la inversión privados, como para aplicarle una agresiva terapia de resucitación a los mercados financieros, espejo del pulso de la economía. Y sin éxito, a juzgar por los resultados de los principales indicadores bursátiles.

El promedio Dow Jones de acciones de empresas industriales -o de la vieja economía- cayó un 1,5% al cierre de la semana pasada, y el índice Standard & Poor’s de 500 empresas no reflejó cambios en absoluto durante las últimas 5 sesiones.

El vapuleado sector de la alta tecnología vivió 3 sesiones consecutivas de alzas, solo para derrumbarse nuevamente y volver al mismo punto en que se encontraba al comienzo de la semana.

En resumen, las fluctuaciones cíclicas, son señales que en Latinoamérica no debemos dejar de percibir en virtud a la dominante influencia financiera y comercial de nuestros vecinos del norte en nuestra región y si a eso le sumamos la errática y desfachatada política económica y financiera de Bolivia, 2020 será un año difícil.

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