Opinión

La cuestionada reelección de Maduro

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22 de mayo de 2018, 6:40 AM
22 de mayo de 2018, 6:40 AM

El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, acaba de lograr su reelección tras unos comicios marcados por irregularidades, la anulación de la oposición y el rechazo de la mayor parte de la comunidad internacional.

Un órgano electoral manejado abiertamente por el Poder Ejecutivo, la falta de transparencia en el padrón electoral y la manipulación de la campaña electoral con ingentes recursos estatales a favor de Maduro forman parte del entramado de unos comicios que no hacen más que agravar la crisis política y económica que afecta al país caribeño.

Las autoridades electorales aseguran que Maduro obtuvo el 68% de los votos, frente al 21% de Henri Falcón. Pero el dato más significativo es que se registró una abstención récord del 54% de los 18 millones de venezolanos habilitados para votar. Es decir, más de 9,5 millones de personas no participaron del proceso, mientras que Maduro obtuvo un millón de votos menos de los alcanzados en 2013. A todas luces estas cifras señalan el descontento y el desánimo de los venezolanos con una democracia agónica, frente al autoritarismo del Gobierno chavista.

Salvo Rusia, China, Bolivia, Cuba y Nicaragua, hay 14 países de América Latina, la Unión Europea y Estados Unidos que cuestionaron este proceso electoral por no brindar las garantías mínimas para la participación de todos los sectores políticos.

Maduro da este polémico paso amparado por el fuerte apoyo que aún tiene de las Fuerzas Armadas, que fueron moldeadas por el chavismo para mantener al oficialismo en el poder con altos grados de autoritarismo, violación de los derechos humanos y amparo de graves delitos de corrupción por parte de sus más altos funcionarios.

El mandatario aprovecha, además, la clara división de la oposición, que no supo hacer una lectura adecuada del crucial momento que vive Venezuela y le ha dado a Maduro la carta que necesitaba para mantenerse en el poder.

Maduro se quedará en la Presidencia de Venezuela por otros seis años, con posibilidad de ser revocado después de tres años en el cargo. América Latina observa azorada el proceso en este país, especialmente porque millones de hermanos de esa nación sufren las consecuencias y han tenido que emigrar desesperados.

Las sanciones y las protestas interpuestas por diversos países no hacen mella a un régimen que tiene muestras de autoritarismo y que ha hecho del abuso de poder una perversa práctica política.

La democracia es la vía por la cual los mismos venezolanos deben encontrar una salida pacífica a la profunda crisis política que los afecta. En sus manos está la posibilidad de conseguir que su voz sea escuchada, a fin de que haya mayores libertades civiles y que mejoren las depauperadas condiciones de vida de sus habitantes.

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