Opinión

La urgencia de retornar al sentido común

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22 de enero de 2019, 4:00 AM
22 de enero de 2019, 4:00 AM

La frase “predicar con el ejemplo” encierra un alto valor simbólico y representa un referente importante que guía el quehacer de las personas, pues supone conducir los actos individuales y colectivos de manera coherente, bajo ciertos códigos éticos y morales que, a modo de regla general, da cuenta de su calidad humana. Sean cuales sean el momento y las circunstancias, estamos obligados a reflexionar acerca de nuestras acciones, pues son ellas las que guían todas las funciones y tareas desplegadas en el interior de una determinada estructura social, sin importar la posición que ocupamos.

Sin embargo, resulta tan evidente hallar contradicciones que suelen dejarnos absortos y, en cierto grado, molestia e incomodidad frente a conductas que denotan actitudes e incoherencias tan alejadas de todo aquello que se “predica, pero que no se cumple”, entre aquello que “se dice y no se hace”. Ejemplos de tales contradicciones pueden ser continuamente apreciadas en la actual gestión de Gobierno, reflejada en la aplicación diferenciada de disposiciones regulatorias, la excepción frente a la norma, que se ha convertido en una práctica constante; la celeridad y la postergación evidente en la resolución de asuntos jurídicos según intereses coyunturales; la utilización y distribución del Presupuesto General de la Nación (PGE) de forma discrecional e irracional para ciertas áreas y sectores que no distinguen entre lo realmente necesario de aquello superfluo.

No otra cosa puede deducirse del PGE –que asciende a Bs 214.725 millones–, determinado para las áreas de educación y salud en comparación con otras. El presupuesto para el área de educación alcanza a Bs 21.682 millones, mientras que para salud se tiene Bs 20 mil millones. Ambas cifras, si bien experimentan un incremento sustancial con relación a la gestión 2018, no superan y menos se aproximan en proporción al presupuesto asignado al Ministerio de Comunicación, que tiene un monto global de Bs 527.302.500 millones, triplicando sustancialmente su presupuesto con relación a 2018. De esta cifra global, el Viceministerio de Políticas Comunicacionales será el que más dinero utilizará, ya que las transmisiones gubernamentales subirán de Bs 18 millones en 2018 a Bs 120 millones este año.

Esta distribución presupuestaria refleja una evidente desesperación por mejorar la imagen deteriorada del presidente y una gestión que se ha prolongado de manera forzada por 13 años con luces y sombras, con desaciertos e improvisaciones y que han terminado por socavar sistemáticamente la confianza y la credibilidad de la ciudadanía, que, al parecer, despierta profusamente de un sueño ilusorio de la revolución democrática y cultural y el ‘vivir bien’. Urge que el Ejecutivo tenga la capacidad de retornar al sentido común para evitar el despilfarro innecesario, improductivo y grosero de recursos en propagandas ampliamente electoralistas, hábilmente camufladas para ver a cada momento el rostro de Evo Morales haciendo entrega de canchas de fútbol y verlo jugar un partido, o quizá como accesorio, alguna que otra escuela, puente, coliseo que obligatoriamente deberá llevar su nombre.

Por un momento, imaginemos redistribuir el presupuesto del área de comunicación utilizándolo principalmente en salud y educación, que, estamos seguros, aportarían significativamente en la mejora de infraestructura, equipamiento, creación de nuevos ítems para estos, la compra de equipos de última tecnología para el tratamiento de enfermedades crónicas de progresión lenta (cáncer, diabetes, problemas renales, cardiovasculares y otros) y quizá, de este modo, sea una realidad efectiva el Seguro Único de Salud y no un simple eslogan demagógico y carente de sostenibilidad en el corto plazo.

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