Opinión

Las heroínas del siglo XXI

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27 de mayo de 2018, 4:00 AM
27 de mayo de 2018, 4:00 AM

Están dispuestas a vivir para ser libres, antes que a morir en nombre de cualquiera de tantas banderas. Aman sin límites ni cortapisas, engendren o no a sus propias criaturas. Saben lo que quieren y a quiénes quieren, y se entregan con alegría y determinación a sus querencias. Enfrentan riesgos, ganan y pierden batallas, las celebran y lloran con la misma pasión, conscientes de que nada es para siempre, aunque abracen momentos dejándolos pasar como si fueran eternos. Miran el futuro en los ojos del pasado, mientras saborean el hoy, aquí y ahora.

Lo efímero del instante las hace trascender y vencer al miedo.
Están de pie, orgullosas de sí mismas, aun cuando asientan sus rodillas en los intervalos obligados de la vida, doblegadas por el cansancio (inevitable, si se es humana) o el dolor (consecuencia, si se es corazón). Siguen en pie, felices de ser ellas mismas, incluso cuando la furia ajena les arrebata las piernas, en un intento desesperado y perverso de matar sus sueños. Lloran a cántaros, sin complejo alguno y a sabiendas de que el llanto sirve apenas de catarsis para librarse de verdugos y de penas que esos les infligen. Lágrimas de paso, nunca permanentes, se repiten a cada día, a toda hora, para tener lecciones aprendidas.

Miran de frente, con una valentía que asusta e incomoda a quienes quisieran verlas con la mirada clavada en el piso. Hablan en voz alta, aun con los labios sellados por la prudencia. Y van diciendo verdades que las liberan a ellas y a sus iguales; a ellas, y a sus distintas; a ellas, y a sus descendencias; a ellas, y al mundo todo. Que miradas y voces para pocos ya hay en demasía, se repiten, mientras se disponen a librar nuevas batallas, a vencer tantas amenazas como crueles se les crucen en el camino. ¡Y vaya si hay crueldad entre los vivos, exclaman, mientras sienten en la propia piel el dolor de las infibulaciones ajenas!

Pero nada es más poderoso que sus ganas de seguir yendo por la vida, largando risotadas y contagiando ansias de libertad, de amores varios y glorias propias o compartidas. Nada es más fuerte que la propia fuerza que les brota desde las entrañas, desde el útero al que le cabe tanta vida. Nada es más convincente que sus propias convicciones en el derecho que tienen a vivir en libertad y gozando a plenitud los roles que ellas mismas determinan para sí, sin el peligro de ceder a la pretensión de imponerlos a terceros. Una pretensión tan presente en todos los tiempos y tan nefasta para la humanidad. ¡Vade retro, satanás!

Así son las heroínas del siglo XXI. Determinadas. Más humanas que nunca. Más libres que nunca. Más irreverentes que antes. Están aquí y ahora, brotando en las pieles de tantas niñas, más jóvenes y mejores adultas. Algunas, muy visibles. Otras, la mayoría, medio en la sombra. No por voluntad propia, sino más bien ajena. Todavía proliferan las murallas levantadas a lo largo de tantos siglos de persecución, acoso y dominio. Aún están en pie los muros del falso moralismo, los de la subestimación. Murallas y muros sostenidos por quienes desde siempre han temido a las heroínas de cada época, incluso en la actual.

Las heroínas del siglo XXI son universales y polivalentes. Dan vida desde el útero y en una mesa de parto, pero también desde la razón y en mesones callejeros, improvisados en los parajes más insólitos. Libran batallas a diario, sin necesidad de vestir armaduras grises ni de empuñar armas letales. Ganan batallas mirando y hablando de frente, honrando cada pensamiento que predican y respetando a los que caen frente a ellas. No hay revancha, no hay afán de escarmiento ni venganza. En sus campos de batalla no hay campo minado, ni siembra de cruces; no hay prisioneros ni esclavos. No hay ama, patrona o mandante.

Las heroínas del siglo XXI también celebran el Día de la Madre, pero no esperan el 27 de cada mes de mayo para hacerlo. Lo celebran a diario, a cada instante, porque saben muy bien y mejor que muchos que cada mujer da luz en todo momento, genera vida a tiempo completo, sin reparar en nada, sin depender de nadie. Las heroínas del siglo XXI conocen muy bien la fuerza que poseen en sus corazones, que no caben en un solo pecho, y en sus entrañas, que son del tamaño del universo. Las heroínas del siglo XXI hace tiempo ya que bajaron de La Coronilla, salieron del calendario que las encasillaba en una fecha y se están dando la libertad de celebrar la vida que crean y recrean, sin límites ni fronteras. 

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