Opinión

Lecciones que llegan desde Puerto Rico

El Deber logo
25 de julio de 2019, 4:00 AM
25 de julio de 2019, 4:00 AM

Puerto Rico, el Estado centroamericano que está anexado a Estados Unidos, ha sido escenario de unas protestas singulares que dejan lecciones a todo el planeta: que nada queda oculto del escrutinio público y que la unión ciudadana puede mover estructuras que parecen intocables.

La filtración del contenido de un chat, en el que participaban el gobernador de Puerto Rico, Ricardo Roselló y 11 de sus principales colaboradores, fue la gota que colmó el vaso en una isla golpeada por hechos de corrupción, necesidades desatendidas y gobernada por un hombre que no había logrado dar solución a esos problemas.

El chat de Telegram incluía mensajes homofóbicos, por ejemplo, sobre Ricky Martin: “Es tan machista que se fo... a los hombres porque las mujeres no dan la talla”; misóginos contra la exalcaldesa de San Juan, de quien el secretario de Finanzas de la Gobernación decía: “Estoy salivando por entrarle a tiros” y el gobernador Roselló respondía: “Le harían un gran favor”; además de otros mensajes censurados por la población y legalmente castigados en este Estado.

Al conocerse el contenido del chat, tras una investigación periodística, la ciudadanía salió a las calles, estuvo acompañada de cantantes de la talla de Ricky Martin, Residente (el exintegrante de Calle 13) y del reguetonero Bud Bunny; después se fueron sumando estrellas de la NBA, del béisbol y hasta el presidente de EEUU se unió a las críticas a Roselló. La multitud ya logró que el cuestionado gobernador desista de la reelección, que se marchen los otros 11 colaboradores que fueron parte de los mensajes, ahora se espera su renuncia al cargo, ya que si permanece puede ser enjuiciado por el Congreso, al haber cometido al menos cinco delitos vinculados a la Ley de Ética.

Similar es la enseñanza que muestra República Dominicana, donde su presidente desistió de manipular la Constitución de su país para permanecer en el poder, después de multitudinarias y constantes protestas callejeras que rechazaban esa posibilidad. El mandatario ya dijo oficialmente que se irá al concluir su mandato.

Ya antes le pasó a uno de los gobernantes más poderosos del mundo, Donald Trump, que sigue enfrentando la amenaza de un juicio tras la filtración de unos correos de su yerno en los que se comenzó a conocer la injerencia de la “trama rusa” en las elecciones presidenciales de 2016.

La era de la información y el acceso a redes sociales, así como a un universo de datos en línea, determinan que los políticos deban replantear su forma de gobernar, deban transparentarse y dejar de sentirse todopoderosos, porque nada puede permanecer oculto. Atrás quedaron los tiempos en los que se ejercía el mando de espaldas al pueblo.

El cansancio de la ciudadanía por la falta de gestión y por la soberbia de algunos gobernantes es el disparador para que se realicen protestas masivas y que, a fuerza de perseverancia, logran lo que parece imposible. Los presidentes que no ceden, pese a sentirse acorralados (como Nicolás Maduro y Daniel Ortega), son los que salen a reprimir y permanecen en el poder ejerciendo la violencia.

Por ahora, Puerto Rico y República Dominicana son dos Estados en Centroamérica que están demostrando que al poder más le vale someterse al pueblo por las buenas.