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23 de junio de 2019, 4:00 AM
23 de junio de 2019, 4:00 AM

A mediados de 1994, el Rector de la Universidad Católica Boliviana (UCB) me invitó hacer parte del equipo de Maestrías para el Desarrollo (MpD), un nuevo programa de posgrado que se estaba creando en esta casa superior de estudios.

En la época, aún muy joven, ocupaba un alto cargo público. Eran tiempos donde se proyectaban transformaciones económicas profundas que dejarían huellas en la historia del país. Ante la oferta, no tuve la menor duda de embarcarme en el proyecto porque intuía que sería mucho más revolucionario que las reformas nacionales en curso.

El objetivo era crear un programa de posgrado de calidad mundial para formar capital humano, primero, para el Estado (Maestría en Gestión y Políticas Públicas) y, posteriormente, también para el sector privado (Maestrías en Control Financiero, Finanzas Empresariales y Administración de Empresas). Mucha gente no entendió cómo abandonaba un puesto con poder y proyección política para volver a la academia. Pero lo que no sabían era que no era tan sólo un cambio de trabajo, sino que nos embarcamos en un gran sueño.

En cuanto la mayoría de las élites políticas apostaba al tema de los recursos naturales, como a lo largo de toda nuestra historia, un grupo de emprendedores decidimos darle una chance al otro recurso más valioso que existe en la economía: el capital humano. Sin una buena formación profesional, sin nuevas ideas, sin conocimiento aplicado no es posible un desarrollo económico sostenible.

MpD-UCB fue un proyecto pionero en muchísimas dimensiones. Consiguió armar una alianza estratégica inédita entre una universidad privada boliviana, la cooperación internacional, el Estado, el sector privado y una de las universidades más prestigiosas del mundo como es Harvard University.

Asimismo, el programa juntó a un equipo, académico y administrativo, multidisciplinar y multinacional con visión de largo plazo que diseñó un proyecto académico innovador. El desafío era armar una propuesta que, al mismo tiempo, fuese raíces y antenas. MpD puso los pies en la tierra. Buscó entender las necesidades, los valores y las idiosincrasias del espíritu público nacional y el tejido empresarial boliviano.

Debíamos enraizarnos en la Bolivia productiva. Pero al mismo tiempo, el programa construyó antenas para conectarse a un proceso complejo y polémico de globalización, para sintonizarse con las fronteras del conocimiento en términos de políticas públicas, desarrollo empresarial y financiero. Se propuso construir un modelo aprendizaje de nivel mundial, pero a partir de nuestras virtudes, valores católicos y desafíos económicos, sociales y gerenciales locales. 25 años después nuestras raíces son más fuertes y profundas y nuestras antenas están más focalizadas a la calidad académica y la innovación.

MpD-UCB también fue capaz de hacer de la innovación, del trabajo en equipo y de la construcción de valores una forma de vida.

Desde el inicio, se introdujeron creativas metodológicas de aprendizaje (casos de estudios, experiencia vivencial, equipos de alto rendimiento, aprendizaje por proyectos, aprendizaje mezclado, clases invertidas, entre otros), y una nueva cultura académica de sana competencia y cumplimiento de reglas de juego, de cosas tan elementales como llegar a clases a tiempo hasta un compromiso profundo por la excelencia académica.

A lo largo de estos 25 años se formó un tremendo equipo académico y administrativo comandados por nuestras autoridades, directivos, profesores, alumnos, graduados y mucha gente que nos apoyó. Este fue y es un sueño colectivo que cree en el trabajo en equipo y el liderazgo comprometido.

No alcanzaría esta columna para citar a todas y todos los constructores de MpD-UCB. En mi página web y las redes sociales pondré cada uno de los nombres de todas y todos ustedes.

Ahora les dejo un inmenso agradecimiento a nombre de las miles de vidas que ayudaron a transformar a través de la educación. Ahí están los 1,401 masters (maestros) que graduamos, y los cerca de 40.000 estudiantes que pasaron por nuestros cursos cortos, a lo largo de 25 años, creando valor social, económico y empresarial para la comunidad.

En la mirada, en el liderazgo y en el trabajo de cada uno de ellos encontrarán el mejor reconocimiento a la laboral realizada.

Tal vez el desafío más retador fue construir una comunidad de aprendizaje basada en valores y principios que 25 años después es nuestro gran diferenciador. Sin duda nuestra esencia católica y la vocación de servicios a los demás fue y es nuestra inspiración y fortaleza eterna.

Por supuesto que en este tiempo tuvimos errores, dificultades y detractores, pero supimos corregir a tiempo los escollos, sobrepasar, con convicción y humildad, los problemas y dialogar con respeto con los que no creían en el proyecto.

Bueno así fueron nuestros primeros 25 años, pero por supuesto que vamos por más. El siguiente paso de nuestra universidad es que deje de ser una prestadora de servicios, para convertirse en un conglomerado del conocimiento y la solidaridad social en base a nuestros valores católicos.

Para eso estamos construyendo la nueva etapa del sueño de la Universidad Católica Boliviana San Pablo que es: el territorio inteligente, un espacio académico destinado a crear ecosistemas con la participación del Estado, sector privado y otros actores del desarrollo para promover una revolución en los campos de la creatividad, innovación, el emprendimiento, y el desarrollo social y económico.

Nos inspira Juan Pablo II quien dijo que debemos ser invencibles en la esperanza, porque esta es la única forma de trabajar con un recurso tan valioso como es el capital humano, porque esta es la manera de promover una verdadera revolución para sembrar educación.

Así que, vamos por 25 años más.

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