Opinión

Más desnutrición que hambre

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26 de septiembre de 2018, 4:00 AM
26 de septiembre de 2018, 4:00 AM

Según un reciente informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), Bolivia es el país con más hambre de América Latina. Al mismo tiempo, el citado ente destaca los positivos esfuerzos realizados en los últimos años para mitigar situaciones de precariedad en el país.

El hambre y la falta de seguridad alimentaria son dos fantasmas que preocupan a la comunidad mundial por las serias implicancias que acarrean. En Bolivia se pregona seguridad alimentaria, pero aún nos falta llegar al 100% de esa meta. En materia de trigo somos dependientes del exterior y los precios de ese grano en nuestro país duplican a los internacionales. Hay que redoblar esfuerzos para por lo menos igualar producción local con el consumo. En otros campos, el potencial boliviano para alimentar a la propia población y exportar es enorme, pero faltan políticas creativas capaces de generar mayores explotaciones agropecuarias intensivas, particularmente en el oriente boliviano. Recuérdese que en ámbitos sudamericanos y europeos Santa Cruz de la Sierra es uno de los vértices del triángulo de la alimentación mundial, junto con San Pablo (Brasil) y Bahía Blanca (Argentina).

Se han dado tristes casos de muerte por hambre, como aconteció hace unos meses con una niña en El Alto, pero por suerte son los menos. En Bolivia, más que hambre hay mala alimentación y desnutrición consecuente. Se consumen muchos hidratos de carbono y pocas proteínas. Según el Banco Mundial, el porcentaje de desnutrición en Bolivia llega al 20%. Ya descendió del 33% de años atrás, pero todavía es elevado. Debe recordarse que desde el nacimiento hasta los cinco años de edad una nutrición equilibrada es fundamental para asegurar la futura salud física y mental de un individuo. Caso contrario, la vida de ese ser estará limitada por el resto de su existencia.

Y ahí es donde deben radicar los principales esfuerzos de las autoridades: mejorar la nutrición de la niñez e instruir al pueblo para que adquiera mejores hábitos alimentarios. La propia FAO ha alertado sobre la creciente obesidad en Bolivia, al mismo tiempo que nos pone a la cabeza de la región en materia de hambre. Esta paradoja se explica por lo ya expresado: excesivo consumo de carbohidratos (panes, azúcares, arroces, fideos, etc.) y pocas dosis de proteínas (carnes, pescados, huevos, productos lácteos) que son las que realmente fortalecen. Hay que comenzar con los cambios; para ello, lo primero debería ser la revisión de los desayunos escolares, hoy por hoy plagados de elementos engordadores y con pocas dosis proteicas.

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