Opinión

Matices del caos urbano

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11 de junio de 2018, 4:05 AM
11 de junio de 2018, 4:05 AM
En diversas encuestas, la Alcaldía Municipal de Santa Cruz de la Sierra ha obtenido hasta un 90% de apoyo al plan de reordenamiento de mercados, ambulantes y transporte público. En otras palabras: la ciudadanía favorece la labor del gobierno municipal en esta tarea, la que si bien debió realizarse años atrás, finalmente hoy se la está ejecutando con esfuerzo, altos costos y –debe reconocerse– con loable tenacidad. 

Alrededor de 30 millones de dólares habrían sido destinados al programa de reordenamiento mencionado. Son montos importantes; en su momento será conveniente que los usos de dichos fondos sean auditados, por el propio bien de los responsables de su administración. 


Los tales ambulantes son como esas plagas que van y vuelven; se los erradica un día y en la próxima jornada ya están de vuelta, o aprovechan cualquier descuido en la vigilancia para reasentarse. Es un cuento de nunca acabar y que, sí o sí, tendrá que terminarse pronto, el futuro de la ciudad está en juego. En los nuevos mercados hay espacio y mejores comodidades, pero muchos se resisten a ser trasladados por ocultos intereses creados. Por otra parte, el comercio establecido legalmente también se queja, ahora aduce que “no tiene clientes”. Debe entenderse que este es un proceso, tomará algo de tiempo, pero el resultado final será para el bien común. Todos tienen que ser pacientes y esperar que las cosas se vayan acomodando en función del nuevo ordenamiento. 


En lo que respecta al transporte público, si por algo se ha destacado este en los últimos años es por generar desorden y caos. Hay que imponer aquí principios básicos de circulación, respeto a las paradas establecidas, etc. Empero, el transporte público se resiste a cualquier cambio y amenaza. Es más, ahora se cierne la posibilidad de un inmenso bloqueo que este lunes aislaría a la capital oriental. Y todo por querer seguir manteniendo la anarquía existente en materia de rutas y paradas. Esto es francamente intolerable, debe ser drásticamente resuelto. Si es necesario, habrá que hacerse cargo del transporte y eliminar los oligopolios del ramo, acostumbrados a sostener caprichos o disponer lo que les venga en gana. El ordenamiento urbano y el principio de autoridad deben primar por encima de todo. En este álgido panorama, urge que predomine el diálogo constructivo en lugar de mantener posturas radicales que a nada conducen. El ordenamiento citadino debe proseguir su marcha, en un marco de entendimiento, sí, pero siempre con autoridad y con obediencia a las normas establecidas. Es ahora o nunca.
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