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16 de mayo de 2018, 4:00 AM
16 de mayo de 2018, 4:00 AM

Mientras Ivanka Trump, sonriente y despreocupada, presenta la plaqueta de la nueva sede diplomática de Estados Unidos, en Jerusalén; a 40 millas, alrededor de la Franja de Gaza, miles de palestinos sufren las agresiones del Ejército de Israel. 

Un contraste “surrealista” indica The New York Times, producto del traslado de la embajada del país norteamericano de Tel Aviv a Jerusalén. Una decisión de la administración Trump-Pence que contradice el consenso internacional, establecido el 14 de mayo de 1948, cuando se creó el Estado de Israel, sin considerar a los habitantes palestinos. 

70 años después, en la misma jornada recordada como “Nakba” (Catástrofe en árabe), Israel se ve beneficiado, Palestina, atropellada, y los intereses externos (particularmente de Estados Unidos) priman sobre la vida y la paz de una región en histórico conflicto.   

¿Cuáles son las proyecciones que deparan este nuevo “Nakba”? 

Por el momento, decenas de jóvenes palestinos muertos y miles de otros heridos (solo en las primeras horas de este 14 de mayo, se registraron 41 y 1.700, respectivamente); la impotencia entre la ciudadanía palestina y la sensación de amenaza en Israel; e, inevitablemente, la intensificación de la violencia, que podría ampliarse geográficamente.   

Desde diciembre pasado, cuando el presidente de Estados Unidos anunció el traslado de su embajada a Jerusalén, dirigentes y ciudadanos palestinos se manifestaron en contra de esta medida. Reacción que produjo resultados fatales para Palestina, aún en las movilizaciones pacíficas. 

En lo que va del año, incluyendo la reciente jornada del “Nakba”, los palestinos asesinados llegan a la centena. Entre ellos, se puede mencionar al joven Mohamed Ayub (15 años) o al emblemático periodista Yaser Murtaja (30 años), ambos acribillados por balas israelitas en territorio próximo a Gaza, entre marzo y abril pasado. 

Mientras tanto, Israel celebra la parcializada decisión de Estados Unidos. Su primer ministro, Benjamin Netanyahu, afirmó al respecto: “Qué glorioso día (...) Presidente Trump, al reconocer la historia, usted ha hecho historia”. Pero a pesar de esta “alegría”, y de su superioridad militar, el Estado israelita insiste en su agresividad desmedida, frente a los palestinos, justificada por la sensación de amenaza que estos representarían. 

En síntesis, la fatal proyección para el futuro parece inevitable. Peor aún por el descontento de países con potencia militar, como Irán o Rusia, frente a la decisión de Trump. ¿Al satisfacer su irracional deseo y su evidente simpatía con Israel, habrá pensado este personaje que esto podría desatar mucho más que la ofensa palestina, que claramente no es de su interés?

No lo creo. Pero al resto del mundo nos tocará pensar al respecto. 

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