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No fue una guerra; fue un linchamiento

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22 de septiembre de 2019, 3:00 AM
22 de septiembre de 2019, 3:00 AM

El día 13 de Julio del año 2017, a Ana Lorena Tórrez Torrico la mató la Policía de Santa Cruz de la Sierra, su ciudad, cuando debía protegerla. Ese día, a las 9:00 horas, 20 minutos con 14 segundos, se inició el asalto más violento registrado en Santa Cruz del siglo XXI; probablemente el peor de la historia republicana. A diferencia de tantos hechos violentos ocurridos en esta ciudad, éste fue seguido en vivo por millones de personas que observamos azorados cómo la Policía ponía en práctica una violenta acción destinada a atrapar o matar a los asaltantes, sin importarles la vida de los rehenes que sobrepasaban la quincena.

A las 9:20:38, uno de los asaltantes disparó una ráfaga con su ametralladora rompiendo la puerta de vidrio y los delincuentes tomaron dominio del lugar; ahí quedaron 4 asaltantes, un número indeterminado de empleados y un guardia. Todos estaban jugados, como se dice en el lenguaje popular; unos por decisión propia, otros, en condición de rehenes; la violencia tan visible, tan ostensible solo podía tener una señal: los asaltantes estaban dispuestos a cualquier cosa.

Esa señal debió haberla entendido la Policía, pero no, la Policía y el Ministerio de Gobierno no lo hicieron bien. El mensaje no fue tomado con responsabilidad, con una respuesta mucho más apegada a la defensa de los rehenes. Cuando la seguridad del Estado rodeó el lugar, ellos y los asaltantes sabían que estos no tenían escapatoria.

Edwin Landívar Dorado, el asaltante que sobrevivió a la balacera y el guardia del lugar, aseguraron que cuando los policías tomaron el frente de la calle y respondieron a los disparos de los asaltantes, uno de ellos, Camilo Pinto, se comunicó con la Policía para “negociar” la salida, la respuesta fue una lluvia de balas.

Más adelante, los asaltantes salieron a la calle con varias personas como escudos humanos y las pusieron al frente para evitar la balacera, no lo lograron los tiros siguieron llegando desde el frente. Desde atrás, justo en el edificio en construcción de la joyería, tres policías dispararon sus armas, uno de los disparos alcanzó a Ana Lorena Tórrez Torrico. Luego los policías entraron a Eurochronos disparando a quienes quedaban vivos (entre ellos al gerente del lugar que salvó la vida). ¿Lo peor? no tomaron el cuidado de detenerse para ver si Ana Lorena estaba viva; y si, aún lo estaba.

En conferencia de prensa,el Ministro Carlos Romero aseguró: “La Policía tenía dos posibilidades: dejarlos escapar para que recurrentemente cometan atracos en otras partes o ultimar a esa organización criminal. La Policía ha decidido ultimar a esa organización criminal y a partir de ese momento no se han reproducido otro tipo de atracos en el departamento”.

Tristemente célebre declaración. Esa decisión policial se llevó la vida de una joven con sueños, aspiraciones y futuro. Unos meses más tarde, en noviembre, el mismo ministro aseguró: La gente lo que quiere es tranquilidad y la gente ha recibido un mensaje de mano dura” y acotó: …”yo no concibo que se esté buscando cabezas en la Policía para el caso Eurochronos, si yo buscaría cabezas en la Policía sería para condecorarlos, no para juzgarlos”.

Al parecer Medina, Siles Moreira y otros, es decir, policías le contaron una mala historia al ministro y él la asumió como suya…. ¿Debe haber sentido la necesidad de hacer cuerpo con la fuerza para no perder su respaldo y por eso nunca expresó la necesidad de aclarar nada?.

Hoy hay dos procesos: el asalto y la muerte de Ana Lorena; en el segundo ya se sabe que el fiscal Parra no hizo su trabajo y dejó pasar muchas cosas, que el coronel Medina protegió a los que dispararon desde atrás; el proyectil que impactó y mató a Ana Lorena no salió de las armas de los delincuentes, sino de un agente policial. La Fiscalía General accionó contra Parra que está detenido, aunque el proceso por la muerte de Ana Lorena va lento y el ministro que pedía “condecoraciones”, no ha sido citado a declarar.

Eso se llama impunidad; acabará alguna vez?.

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