Opinión

No politizar la educación

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18 de enero de 2019, 4:00 AM
18 de enero de 2019, 4:00 AM

La educación pública en sus tres niveles (escolar, secundaria y universitaria) no puede, por ningún motivo, contaminarse con visiones políticas parcializadas. La formación de los educandos es un proceso estratégico fundamental para cualquier sociedad que demanda una visión universal, moderna y científica de los contenidos que sean parte de los planes de estudio.

Por eso, llama la atención la fijación de sectores masistas por incluir al presidente Evo Morales de múltiples formas como parte del currículo del sistema educativo boliviano. Evidentemente, Morales es un personaje histórico y su gestión –con luces y sombras– debe conocerse como parte de un proceso histórico que todavía está en curso. Un día habrá, sin duda, un capítulo sobre la Presidencia de Morales. Sin embargo, colocar a Evo Morales como símbolo para enseñar la construcción de palabras con la letra ‘E’ en los denominados ‘pluritextos’ resulta un exceso que las autoridades deben evitar.

Los mencionados textos son impresos por la editorial Abya Yalita y su director los justifica como parte de la Ley Avelino Siñani-Elizardo Pérez, aunque él asegura que no es parte del oficialismo. Las autoridades del Servicio Departamental de Educación (Seduca) han alertado que los textos no son obligatorios ni forman parte de los planes de estudio; sin embargo, tampoco han hecho nada para evitar su comercialización.

También es el caso de Evito y el mar, de Alejandra Claros Borda, un cuento corto de diez páginas inspirado en el personaje del presidente Morales de niño, que pretende transmitir a niñas y niños el deseo de recuperar una salida al mar que le fue arrebatada a Bolivia tras la invasión de Chile en 1879. Dicho texto fue publicitado con bombos y platillos por el Gobierno como parte de su campaña por la demanda marítima boliviana durante el proceso judicial abierto en el Tribunal Internacional de La Haya.

Las aventuras de Evito, otra obra de Claros Borda, también fue presentada por el propio Morales como parte de los textos que deberían leer los niños bolivianos y donde cada historia resalta las obras que viene llevando adelante la actual gestión gubernamental. De hecho, el Ejecutivo adquirió los derechos de esa obra, por lo que ya son parte de los textos oficiales del Estado boliviano.

Obviamente, estos productos no son inocentes y apuntan a fines claramente electorales y políticos que buscan posicionar la imagen del mandatario de turno.

Jugar con los contenidos que sean parte de la educación de nuestros niños y jóvenes resulta inadmisible. Ojalá las autoridades reviertan estas solapadas campañas que están lejos de una buena educación.

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