Opinión

Para medir la calidad de un Gobierno

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25 de abril de 2019, 4:00 AM
25 de abril de 2019, 4:00 AM

Indicador de la calidad de un Gobierno es la manera cómo utiliza su poder ¿Sirven? ¿Se enriquecen? ¿Se vanaglorian? ¿Abusan? ¿Agreden? ¿Mienten? Es la manera profunda de medir su calidad y es insumo para manejar nuestro papel en democracia.

Una de las tareas más urgentes que recibió Evo Morales al asumir el Gobierno fue recomponer la enferma justicia que teníamos. Después de tres gestiones en el poder nos la deja en estado de descomposición. Dolía que la justicia tuviera precio. Pues, continúa por el mismo camino, pero ahora sin disimulo. Se ha hecho tan lenta, que parece muerta. La han encomendado a profesionales que esconden toda brillantez profesional y calidad humana. Más que Poder Judicial es garrote o peón caminero en manos de un Poder Ejecutivo que golpea a sus oponentes, que castiga a los que denuncian sus malversaciones, o que necesita que le allanen el camino tapando la ilegalidad con fallos inicuos.

Con la misma astucia que seleccionaron a sus jueces, escogen ahora a los que se encargan de la honestidad de las fuerzas del orden o el control de los delitos más graves. Los jefes policiales, responsables de la honestidad del cuerpo o de combatir el narcotráfico no pueden salir del país. Cuando lo hicieron, los pillaron o en grandes fiestas con los que debieran perseguir o negociando inmensas operaciones prohibidas. Dan de baja a honestos y encumbran a corruptos.

Las embajadas no son espacios que representan al país y muestran nuestra mejor imagen. Los honores y salarios diplomáticos son premio para serviles y escondite para los que hay que ocultar de la ira popular.

No interesa que las tierras fiscales se conviertan en unidades productivas modélicas, ni que sean polos de desarrollo ni que den acceso al trabajo agrícola a los desposeídos. Se han convertido en una ficha más del fraude electoral. Con ellas preparan en el oriente bolsones de votos incondicionales para el partido. Les urge continuar la huida del referendo perdido.

Con el MAS, los medios de comunicación del Estado no fueron nunca del Estado. Fueron propiedad del partido. Se llevan la mejor tajada del presupuesto porque no es barato tapar con novelas y mentiras el vacío de tres gestiones de Gobierno en permanente improvisación. Como el ministerio del ramo no alcanza a cubrir el inmenso hueco, han tomado al pozo sin fondo de YPFB y de las empresas estatales. Dos mil millones ha puesto la petrolera para imagen institucional. No necesitan hacer propaganda para que les compremos gasolina. Es propaganda para el jefe y para su nueva elección.

Para entender al Gobierno, podríamos recorrer también los espejismos de avances en salud, en educación, en producción. Podríamos revisar los milagrosos logros de la economía nacional y la desaparición de la pobreza. Habría que analizar su manera de proceder en infinidad de campos, pero no caben aquí. Hasta la aspiración marítima la empeñaron y la perdieron, por la urgencia deleznable de hacerse un pedestal político.

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