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9 de mayo de 2019, 4:00 AM
9 de mayo de 2019, 4:00 AM

Una miseria”. Esa fue la reacción de una colega, en un grupo de WhatsApp, tras conocerse los porcentajes aprobados del incremento salarial de esta gestión. Para los trabajadores, cualquier porcentaje siempre será poco mientras que los empleadores lo considerarán excesivo. Todo es cuestión de la vereda donde esté uno a la hora de decidirse estos temas.

Pero, al margen de posiciones, lo cierto es que, poco o mucho, el incremento solo favorecerá a quienes tienen un salario. Y aunque las cifras oficiales lo desmientan, la verdad es que el porcentaje de desempleados es muy grande en el país.

Si no tienes sueldo, entonces no te interesa cuánto será el incremento. Lo mismo pasa con el aguinaldo o el doble aguinaldo que se ha convertido en otro privilegio.

Y nuestro país es tan diverso, incluso en lo social, que no solo tenemos desempleados sino también personas que trabajan y, aun así, no cobran sueldo. Aunque usted no lo crea, ese fenómeno se presenta en un sector que supuestamente pertenece a la clase media: la prensa.

Los medios de comunicación se han multiplicado a tal extremo que, literalmente, ya no existe lugar para ellos. En las bandas de radio, especialmente de frecuencia modulada, las emisoras están apretujadas y, para que, entre una más, es necesario sacar a otra.

Pero la multiplicación de medios no se ha traducido en la apertura de más fuentes de empleo para los periodistas, ni siquiera para personal técnico como operadores o camarógrafos.

Si el Ministerio de Trabajo se metería en serio a revisar planillas se encontraría con barbaridades, especialmente en el sur del país. Hay decenas de medios, pero los que presentan planillas no alcanzan para los dedos de las manos. Eso significa que también vulneran otros derechos como el del seguro, los pagos por feriados o días domingo.

Muchos trabajan a cambio de que los dueños de los medios les cedan un espacio que intentarán compensar con publicidad. Eso abre espacio a la corrupción, especialmente cuando se trata de contratos con el sector público. La venta de noticias se ha convertido, también, en otra forma de compensar la inexistencia de un salario.

Sin seguro, los trabajadores de la prensa no saben qué hacer cuando se enferman. Por eso no es raro ver que se organicen campañas para ayudar a los que caen en desgracia. Muchos trabajan literalmente hasta la muerte porque no pueden jubilarse… nunca aportaron.

Esa es, en apretado resumen, la realidad del periodista, ese que informa sobre los incrementos salariales, pero no goza de ellos. Linda postal de un país que cree que crece.

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