Opinión

Plataformas: cada cual en su burbuja

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3 de julio de 2018, 4:00 AM
3 de julio de 2018, 4:00 AM

Desde hace algunos años, y de manera creciente, un nuevo protagonista ha tomado las calles y con ellas,  invadido el espacio público reservado a los partidos y agrupaciones políticas que en el pasado terciaban en justas electorales en pos del poder. Estos nuevos sujetos históricos están conformados por jóvenes cuya experiencia política es mínima y, además, todo su despliegue se ejecuta en un solo escenario, el del monolítico régimen masista y su despótico caudillo. 

Cuando escuchamos con cierto detenimiento sus criterios, la primera impresión es que la voluntad política que los mueve se estructura más cerca de un voluntarismo suicida que de una estrategia de poder viable. Todo su accionar está inscrito en el rechazo a los partidos, la política y la ideología, es decir, en un escenario ideal que no encuentra derrotero. Sus acciones se apuntan a la innegociable necesidad de recuperar la democracia, cosa encomiable y necesaria, pero imposible de alcanzarse en solitario.

Si estas nuevas formaciones políticas no comprenden que se mueven en una Bolivia que ha sufrido transformaciones estructurales profundas e irreversibles  (unas buenas y otras malas) que configuran un país que no lo conocieron ni los antiguos ni los nuevos paridos y menos ellos mismos, habrá sido un intento fallido altamente beneficioso al masismo. 

Lo que llamamos posevismo y lo que esto supone exige mucho más que solo soñar con el retorno a la democracia, supone ser portadores de un proyecto de poder alternativo al masismo, lo que conlleva la necesidad de reconocer que la política se hace concertando con todas las fuerzas y organizaciones que comulgan el mismo credo. Encapsulados cada cual en su burbuja, muy poco van a lograr. 

La realidad exige que cada cual se despoje de intereses sectarios y articulen un amplio movimiento social homogéneo, se estructure una dirección colectiva que promueva la dirección colegiada y unitaria entendiendo que la democracia solo es posible como un acto de renunciamiento en beneficio de la colectividad. En otras palabras, una dosis de realismo y ‘pragmaticidad’ política es lo único que transformará estas nuevas expresiones de la sociedad civil en instrumentos de poder en la Bolivia que se avecina.

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