Opinión

Potosí: cara a cara

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7 de agosto de 2018, 4:00 AM
7 de agosto de 2018, 4:00 AM

Los festejos del 6 de agosto, realizados en Potosí a propósito del 193 aniversario patrio, marcan el punto de inflexión de la hegemonía masista. Se inicia así una etapa en que las fuerzas oficialistas deberán enfrentar sujetos de carne y hueso. Esto que podría pasar desadvertido en condiciones históricas normales, representa para el conjunto de la sociedad boliviana un punto de inflexión en que se miden dos fuerzas claramente definidas: las democráticas y las despóticas encaramadas en el poder.

Para las fuerzas masistas, la presencia ciudadana en las calles constituye una afrenta al poder omnímodo del caudillo; para las democráticas, la consolidación de una corriente divergente y el punto de partida en la reconstrucción de los mecanismos de resistencia. Se trata así de un enfrentamiento que a despecho de las aspiraciones totalitarias del régimen, reinstala las dinámicas democráticas y refunda una vieja forma de hacer política más allá de los partidos o las organizaciones tradicionales; la inapelable manera de combatir tiranos con la más honorífica de las armas ciudadanas: la protesta callejera. Terrible instrumento político porque muda la pólvora por un componente mucho más explosivo: la pérdida del miedo. El pueblo ya no le teme al caudillo ni a sus acólitos a sueldo.

Mucho más explosivo y significativo resulta el objeto que llevó a las dos fuerzas a una querella callejera genéricamente nominado como 21-F. Significativo y trascendental porque al final del día es más que una reafirmación democrática frente a una intentona totalitaria, es, de principio a fin, la lucha por reconquistar una nación devastada por el desgobierno y la corrupción.

El que las fuerzas se midan en una batalla desigual anuncia la decadencia del régimen. El masismo nunca imaginó que una ciudad entera se llenara de opositores. Independientemente de quien logre imponer su presencia, (los látigos, los ‘agentes químicos’ y los provocadores encubiertos, o los estribillos de la ciudadanía) lo cierto es que el pueblo ya sabe que podrá dar las batallas que sean necesarias, y que, su victoria no depende de la ‘capacidad de fuego’, sino de la convicción de que la única forma de ser de las nuevas generaciones es la forma democrática. La demagogia masista encontró en Potosí la horma de sus zapatos, y todo indica que ya le quedan chicos.

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