El Deber logo
21 de junio de 2018, 6:00 AM
21 de junio de 2018, 6:00 AM

El Tribunal Supremo Electoral presentó el anteproyecto de Ley de Organizaciones Políticas, que se convierte en un instrumento útil que intenta adecuar la vida de las organizaciones políticas a la nueva Constitución; pues hasta el momento, estas seguían regidas por la vieja Ley de Partidos Políticos (1999). Si bien la nueva ley recoge elementos de la antigua, plantea innovaciones, como la incorporación de elecciones primarias para la definición de candidaturas a la presidencia y vicepresidencia del Estado. En las democracias modernas, hay variantes de elecciones primarias; en este caso concreto, se propone aplicar las internas cerradas, es decir, en que solo participa la militancia de cada organización política o de las alianzas electorales habilitadas. También plantea que el organismo electoral se encargará de administrar, supervisar y financiar estos procesos, cuya realización es obligatoria y deben realizarse cuatro meses antes de la convocatoria a elecciones generales; establece cumplimiento obligatorio de sus resultados. 

La idea de incorporar las primarias, en general, responde a la necesidad de mejorar la democracia interna, pues facilita la participación de la militancia; busca promover la presencia de más de una candidatura, generando procesos de formación y renovación interna; motiva el debate ideológico, ya que cada candidato presenta una visión y propuesta distinta de país, obligando a abrir el debate. También ayuda a visibilizar al partido y a los candidatos ante la ciudadanía y, de algún modo, constituye una precampaña. Finalmente, el hecho de diseñar un lugar donde se dirimen las tensiones y controversias puede evitar los riesgos de fragmentación partidaria; sin embargo, hay estudios sobre la aplicación de primarias en el mundo que demuestran que estas intenciones no solo no se cumplen, sino que, en muchos casos, producen el efecto contrario.

En Bolivia, la cultura política caudillista en los partidos lleva a dudar sobre la eficacia de este mecanismo; además, no hay en este momento organizaciones donde se pueda percibir pugnas reales de liderazgos; en general, las tensiones internas en el pasado se resolvieron dividiendo las organizaciones. Como todos sabemos, las decisiones en las organizaciones políticas están sustentadas en prácticas informales y en relaciones de intercambio político clientelar o de capitales simbólicos, más que en el cumplimiento de reglas institucionales, como sucedió con las muchas experiencias de elecciones internas realizadas.

Dadas las condiciones del actual mapa político, en el caso del MAS, las primarias solo servirán para ratificar el liderazgo exclusivo de Morales; en el caso de las alianzas de opositores, si se concretan, podrían permitir consensuar un binomio de unidad, que atenuaría la dispersión del voto opositor. Y aplicar primarias a organizaciones más pequeñas es un saludo a la bandera. 

Lo cierto es que las organizaciones políticas atraviesan, probablemente, por una de sus peores crisis, lo que incluso hace dudar de la necesidad de su existencia. Lo cierto es que es imposible prescindir de ellas, por tanto, es ponderable buscar formas institucionales externas que les permitan reinventarse.

Tags