Opinión

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Razones para desconfiar

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11 de noviembre de 2018, 8:00 AM
11 de noviembre de 2018, 8:00 AM

A medida que nos acercamos al 8 de diciembre, aumentan las presiones sobre el Tribunal Supremo Electoral. En esa fecha vence el plazo que tiene el TSE para pronunciarse sobre las candidaturas habilitadas para disputar las elecciones generales previstas para 2019, en la que dirá si incluye o no al binomio Morales-García, del MAS. El binomio de la discordia, sin duda, ya que, pese al mandato del referéndum del 21 de febrero de 2016, negando un nuevo cambio en la Constitución para habilitar por cuarta vez al binomio oficialista, el MAS logró del Tribunal Constitucional un controvertido fallo que favorece su pretensión.

Habrá que recordar por enésima vez que el referéndum del 21-F fue convocado por el TSE a instancias de la cúpula gubernamental, en un momento en el que el tema electoral no estaba en agenda. La consulta obedeció a una agenda de prioridad solo para el MAS, que se mostró urgido de asegurar como sea la única candidatura que podría asegurarle seguir en el poder. Sus dirigentes estaban tan seguros de que ganarían la consulta que dijeron una y otra vez que acatarían calladitos el resultado de la misma. No fue así. El referéndum les fue adverso: ganó el No al cambio de la CPE y, por ende, a otra candidatura Evo-AGL.

Desde entonces hasta hoy, el MAS no ha hecho otra cosa que rebuscar artificios que le permitieran burlar el mandato del 21-F, para imponer la cuarta candidatura de los actuales presidente y vicepresidente del país. Cada uno de ellos, rebatidos y rechazados desde una movilización ciudadana que solo ha crecido a lo largo de los últimos dos años y medio, a pesar incluso de las organizaciones políticas de oposición, en su mayoría calladas hasta hace apenas unos meses. A pesar de también de varios otros órganos del Estado que han dando muestras fehacientes de estar subordinados a la voluntad del MAS, antes que al mandato de la Constitución y al de la voluntad popular. El TCP es el mayor ejemplo.

Lamentablemente, el Tribunal Constitucional no es el único cuestionado por no actuar de manera independiente, como manda la CPE. Al TSE también le han llegado las críticas, y ninguna de ellas de manera gratuita. Su actuación en las elecciones de 2015, cuando vetó la participación en Beni de 228 candidatos de Unidad Demócrata a concejales, alcaldes y asambleístas, fue una de las más censuradas. No le bastó justificar su decisión diciendo que el jefe de campaña de UD y gobernador de Beni en ese momento, Carmelo Lens, había violado un artículo de la Ley del Régimen Electoral al difundir encuestas. Las dudas sobre los motivos del TSE aumentaron al ver que no actuó de la misma manera ante otra denuncia hecha contra dos candidatos del MAS en La Paz.

La misma convocatoria forzada del referéndum del 21 de febrero fue también motivo de críticas contra el TSE. Estas solo han ido en aumento desde entonces hasta hoy, por varias actuaciones de sus vocales difíciles de pasar por alto, como fue la última visita de estos al presidente Morales en su residencia “para tratar de la Ley de Organizaciones Políticas”, como el propio Morales se encargó de divulgar. Una ley aprobada con modificaciones de fondo al proyecto original, que trastocaron no solo su contenido, sino toda la coyuntura política del país. Y el TSE, salvo unas observaciones por escrito, quedó chitón, no sin antes protagonizar vergonzosas contradicciones que solo sirvieron para aumentar las dudas sobre su independencia del Ejecutivo.

Por eso ahora, cuanto falta menos de un mes para el 8 de diciembre, es imposible frenar o negar que hay razones para desconfiar del TSE. Más aun frente a un TSE descuartizado, sometido a unos remiendos de última hora, con retazos claramente de color azul y negro que difícilmente presentarán un tejido que no sea el que quiera el MAS para confeccionar un traje a su medida. Presionado desde el oficialismo y desde la oposición, ¿podrá el TSE actuar con la independencia invocada por dos de sus seis vocales?, ¿es posible creer que lo hará sin recibir instrucciones de otro poder u órgano? Hay razones para desconfiar. Las habrá al menos hasta que con sus actos nos demuestren lo contrario.

 

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