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19 de agosto de 2019, 4:00 AM
19 de agosto de 2019, 4:00 AM

La aparición de Kalimán, comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, de traje caqui y con el rostro pintado, vertiendo amenazas a quien ose no apoyar al hermano Evo, es más que un loquito desagradable llunkeándose con el presidente. Dice algo que debemos comprender. Ya sabemos que el lenguaje gestual puede ser y es usualmente más elocuente que los discursos y explicaciones verbales. En mi criterio, el tenor guerrista del comandante en cuestión nos dice algo: “Señores, ya todas las argucias autoritarias para quedarnos en el poder se han utilizado. Nos queda solo una: el uso de la fuerza”. Me explico: la democracia funciona de un modo acumulativo. He ahí su magia. Una vez que se instaura una democracia, empieza inmediatamente a hacerse más democrática. Comienza a crear esferas públicas que se añaden lenta, pero certeramente a su universo democrático. La democracia es pues como el aprendizaje de las matemáticas: primero aprendes a sumar, luego a restar, sigues con la multiplicación y así sucesivamente hasta la trigonometría en un proceso en espiral acumulativa. La democracia, por dar un ejemplo didáctico, se inaugura eligiendo a un presidente, posteriormente incluye elecciones autonómicas, más tarde emprende empeñosa la realización de referendos o asambleas constituyentes dando curso, precisamente a la aparición de un “embudo democrático” cada vez más ancho en la cabeza.

Sin embargo, vaya sorpresa: los regímenes autoritarios también funcionan bajo este molde acumulativo. En esta época de la humanidad hay que descartar, a no ser como excepción, la transformación radical de un régimen democrático en uno autoritario. Hoy las dictaduras no vienen de lunes a martes una vez que el golpista de turno se ha incrustado en el Palacio de Gobierno y ha depuesto al presidente constitucional. Eso ya no sucede. Hoy los nuevos regímenes autoritarios adoptan esta ruta gradual y acumulativa. ¿Es eso lo que ha sucedido en Bolivia? No tengo dudas: el Gobierno comenzó su ya larga faena de acumulación autoritaria allá por 2006, al enjuiciar o comenzar la rutina de enjuiciamientos contra opositores conocida como “judicialización política”. Quiso poner contra las cuerdas a quienes criticaban al régimen. ¿Qué sucedió? Pues que no les bastó: aún enjuiciados los opositores dieron batalla.

Había que pasar al uso de un segundo mecanismo de acumulación autoritaria: el copamiento de los medios de comunicación, algo que ha venido ocurriendo en forma incuestionablemente efectiva. El gobierno se ha adueñado de los medios estatales, ha comprado otros medios convirtiéndolos en para-estatales como el periódico La Razón o al Canal ATB y/o ha usado la pauta publicitaria para disciplinar a los medios restantes. ¿Qué han logrado? Pues los Valverdes o las Amalias-Pando no han dejado de dar pelea (entre los periodistas más representativos), impulsando al Gobierno a pasar a un tercer mecanismo: la prebenda.

Sí, el gobierno ha utilizado aproximadamente 2.000 millones de dólares en la puesta en marcha del programa Evo Cumple, que no es sino un instrumento de campañización electoral permanente, con un saldo abrumador de compra de lealtades. Cientos de alcaldes, dirigentes vecinales, periodistas y líderes sindicales ya tienen su coliseo, vagoneta o sede y están agradecidos con el hermano Evo. ¿Bastó para anular la energía social contestaría? Casi, pero no del todo.

¿Qué les queda(ba)? Apelar al manejo arbitrario de la ley. El hito más representativo de este hecho ha sido la compra del Tribunal Constitucional que terminó avalando la repostulación de Evo Morales como un derecho humano. Vergonzoso. ¿Les bastó? No, gritamos fuerte y claro: “Bolivia dijo No”, por lo que pasaron a la siguiente fase: manipulación de los datos electorales y utilización partidaria del Órgano Electoral: ¿sucedió esto? Sí, no solo por el deplorable papel que viene asumiendo un Tribunal Electoral innegablemente masista, sino por el fraude electoral visualizado por ejemplo en el caso de inscripciones chutas en Cobija con población de Rurrenabaque.

¿Les bastó? No, seguimos en pie. Es evidente que aún tienen más fraude por acometer. Empero ya se nos están adelantando el empleo del último recurso autoritario: el uso de la fuerza. Sí señor, cuando todo falla: la persecución judicial, la propagación alevosa y reiterativa de la mentira mediática, los regalos prebendales masivos, el sometimiento de la ley y el fraude y la manipulación electoral, les queda esto: sacar al payaso pintado que nos espeta en la cara: “nos vamos a quedar, si no nos dan los votos, igualito nos vamos a quedar. Prepárense para que les saquemos la infundia”.

Es un mensaje menos brutal que el de Arce Gómez, “estén con la Biblia bajo el brazo”, por los tiempos “democráticos” que corren y que exigen disimulo, pero no es menos siniestro. Saben que al menos un 70% de los bolivianos no está ya con ellos. No es casual pues que Evo Morales les ofrezca el manejo de algunas empresas propias. Los términos de referencia son simples: “yo te pago harto, tú partes traseros, y todos nosotros nos quedamos”.

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