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17 de octubre de 2018, 4:00 AM
17 de octubre de 2018, 4:00 AM

En el 2019 será la primera vez que vote para presidente del Estado, dado que en los anteriores comicios vivía fuera de Bolivia. Espero con muchas ganas las elecciones, ya que al igual que las del 2005 marcaron el inicio de un nuevo ciclo, el 2019 determina su final.

Ha pasado ya mucha agua en los últimos 13 años; procesos necesarios y otros no tanto. Tristemente se abrieron heridas que todavía no se habían cerrado del todo. Y se crearon nuevos rencores, que esperemos no se repliquen, no significando eso que se campee la impunidad. Quienes abusaron del poder deberán rendir cuentas como corresponde y la justicia debe ser implacable.

No hay duda de que la ‘revolución’ del MAS llegó en el momento en que debía llegar, pero no pudo asumir a cabalidad el rol que se otorgó con enorme apetito y coordinación política. El escritor mexicano Octavio Paz dijo: “La revolución mexicana nos hizo salir de nosotros mismos y nos puso frente a la historia, planteándonos la necesidad de inventar nuestro futuro y nuestras instituciones. La revolución mexicana ha muerto sin resolver nuestras contradicciones”.

De igual forma, el ciclo del MAS se va cerrando sin haber resuelto nuestras contradicciones y dejando en la orfandad a una gran masa de gente, con niveles de desilusión similares a los que sufrieron los mexicanos con su revolución priista. Intelectuales, obreros, campesinos, ciudadanos clase media, no encontraron en la promesa de cambio radical una respuesta satisfactoria, para sus legítimos sueños de una mejor vida.

Sin embargo, no es bueno creer en los discursos de “décadas perdidas”, eso que quede para los demagogos; el tiempo es perdido si uno así lo dispone. Lo más práctico y sano es mirar hacia adelante, y eso implica decidir responsablemente el nuevo conductor del país. Práctico pero realista, no se puede pedir cambios ‘revolucionarios’, no se puede pedir ser Suiza en 5 años, porque eso generará frustración. Se debe soñar en grande pero con los pies en la tierra.

Hace poco encontré en una canción del colombiano Juanes sencillos principios que, si un político me los ofreciera de forma coherente y convincente, como ideario, le daría el voto sin dudarlo.

1. “Sueño con ir a trabajar, y mucho más con regresar, cada noche a mi casa para estar junto a vos”. Trabajo digno. Dejemos que el emprendedor invierta sin trabas innecesarias y sin cargar sus hombros con políticas populistas.

2. “Sueño con morir de viejo y no de soledad” ¿Cómo están los abuelos de este país? ¿Cómo están las escuelas y el futuro que las frecuenta? ¿Los hospitales y los enfermos que la visitan? Mayor presupuesto a la calidad de vida de la gente y menos a los gastos suntuosos y a crear/mantener empresas públicas deficitarias.

3. “Sueño caminar por las calles de mi país y solo encontrar paz”. Seguridad y tolerancia. Hay que sembrar lazos comunes entre los ciudadanos, puntos de encuentro. La famosa frase, “patria o muerte venceremos”, pertenece a un siglo con más sombras que luces, un siglo de peligrosos primos hermanos: el fascismo, el nazismo y el comunismo. Queremos vida y alegría, no muerte y enfrentamiento.

4. “Que se fundan balas para hacer campanas de libertad”. Menos agresividad a los que piensan distinto, y más libertad: libertad económica y libertad de opinión.

Son muchos los que decidirán movidos por sueños de libertad, real y tangible, de instituciones serias, de Estado de derecho y de imperio de la ley. Se acabó un ciclo y quienes lo capten con sinceridad serán los próximos gobernantes.

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