Opinión

Tú me manques

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23 de agosto de 2019, 4:00 AM
23 de agosto de 2019, 4:00 AM

“La historia, detrás de la historia, comenzó como un ejercicio de catarsis terapéutico, y lo que tenía que ser una carta dirigida a mí mismo, se convirtió en una pieza de dramaturgia”, palabras más o palabras menos, eso es lo que recuerdo que Rodrigo Bellot nos dijo cuando nos visitó en la casa editorial -que en esa época presidía-, para provocarnos con la publicación del guion de su obra teatral Tú me manques (2015).

Hace unas semanas, estuvo nuevamente de visita, porque la primera edición se agotó y había que reimprimir.

En la introducción de ese libro, René Hohenstein, escribió -premonitoriamente-, que este primer texto era un “punto de partida, punto de arranque, pero también un puerto al que uno llega…”. Beiby Vaca Parada, en el comentario, destacaba que el valor y el aporte de Tu me manques es naturalizar lo que siempre ha sido natural: “el amor más allá de las etiquetas y de cualquier norma inventada para ‘regular’ el afecto entre seres humanos”.

Lo que Rodrigo escribió, señalando todo lo que no dijo, lo que le hubiera gustado decir y lo que le sucedió, fue la génesis de una historia que, de ser personal, pasó a ser universal. Del papel impreso saltó exitosamente a las tablas con una singular puesta en escena, donde el lenguaje dramático incorporó a las nuevas tecnologías y a los actuales medios de comunicación digitales.

El escenario teatral de Bellot tuvo un inusual despliegue multimediático que convocó a espectadores mucho más jóvenes que los que habitualmente asisten a una sala de teatro. Y ahora, en la gran pantalla, la película no repite la obra teatral, sino que el director de cuatro largometrajes (Dependencia sexual, Quién mató a la llamita blanca, Unicornio, Perfidia), la hace crecer aún más, de manera lúdica y alegórica, alternando el pasado y el futuro, con una treintena de actores que redimensionan el propio personaje del guion original.

Tú me manques es una historia de amor que confronta y muestra dos sociedades opuestas, las tensiones generacionales (padre-hijo), las taras religiosas, la búsqueda de respuestas, los prejuicios, la intolerancia, la incomprensión, el dolor, la falta de comunicación, los miedos, el sentimiento de culpa y el inefable temor al rechazo.

El desamor y la pérdida se resumen en esta expresión francesa (tú me manques) que es mucho más que la pobre traducción castellana de “extrañar o echar de menos”.

Intenta explicar esa sensación de vacío que nos deja una ausencia, como si una parte esencial del otro nos faltara en nuestro interior, y que, además, nos hará falta todos los días del resto de nuestra existencia. En este ambicioso y conmovedor filme, de alta calidad técnica y de un gran trabajo actoral, Rodrigo Bellot se expone personalmente con una propuesta artística honesta y valiente que tocará las vidas de muchas personas.

Ningún espectador podrá salir indiferente de la sala oscura donde se proyecta la película. En esa provocadora oscuridad se iluminan muchos temas, como la homosexualidad, que nuestra sociedad conservadora quisiera no ver ni reflexionar, menos aceptar.

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