Opinión

Un diccionario singular

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12 de abril de 2018, 4:00 AM
12 de abril de 2018, 4:00 AM

Salvador Romero Ballivián, nos sorprende una vez más al presentar la segunda edición actualizada del Diccionario Biográfico de Parlamentarios 1979-2014.  Quien fuera expresidente de la Corte Electoral  asumió la tarea titánica de plasmar en 600 páginas información biográfica de 1.200 ciudadanos, diputados y/o senadores titulares, electos tras 10 elecciones nacionales. Visualizo al diccionario como una especie de poliedro que posibilita comprender la complejidad de la representación a partir de múltiples facetas, aristas e ineludibles vértices.

Como obra de consulta, es un producto generoso que brinda pistas e insumos valiosos para inspirar estudios en distintas áreas de la ciencia social y campos específicos de la ciencia política. 

Visibilizar a una institución democrática clave para la democracia, pero venida a menos en términos de valorización y confianza ciudadana. El desprestigio de esta institución no es reciente en Bolivia y afecta en otras democracias de la región y el mundo. Lo paradójico, es que el ninguneo del parlamentarismo los comparte parte del núcleo de poder hoy gobernante. En alusión a anémica votación de las elecciones judiciales, el vicepresidente insistía en que contar con 2.000 votos era más legítimo que el voto de 166 individuos, en alusión a los asambleístas.   

Ponderable la inclusión de parlamentarios electos en 1979 y 1980, actores y testigos de la cruenta y difícil transición que rodeó la instauración de la era democrática que clausuró el ciclo de gobiernos de facto cívicos militares y herederos de una crisis económica extraordinaria cuya huella demuestra que la democracia en Bolivia no nació con la marraqueta bajo el brazo.

Otro dato llamativo es que del total de 1.588 curules (288 de Senadores y 1.300 de diputados) a ocuparse entre 1979 y 2014, el diccionario alude solo a 1.200 perfiles, lo que implica que 388 legisladores habrían sido reelectos y reproducido esa condición de manera continua o discontinua. El dato confirma que la renovación prima por encima de la permanencia de legisladores de oficio y vocación, aunque ¡vaya paradoja!, a algunos de estos reelectos les debemos la gestación de reformas inclusivas del sistema político que permitieron cambiar radicalmente el mosaico de la representación debido a la atención de movimientos sociales reclamando romper con el ciclo de la exclusión. 

Todas expresan cambios en la sociedad y en la política que a estas alturas no son monopolio partidario del MAS. No nos sorprendamos que a futuro la competencia electoral entre candidaturas autoidentificadas como indígenas y de mujeres con perfiles ideológicos, socioeconómicos y urbanos diversos no sea un dato extraordinario, superando así no solo la cultura machista  y el enfoque romántico y folclorizado de estos avances inclusivos sino también de un hiperpresidencialismo que diluye la trascendencia de una institución sin que la democracia es inviable.

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