Opinión

Un disfraz carnavalero

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7 de marzo de 2019, 4:00 AM
7 de marzo de 2019, 4:00 AM

De noche escondieron las grandes máquinas de la carretera del Tipnis y cubrieron con ramaje los campamentos. Juran que no habían movido ni una piedra. Con cara de yo no fui, aseguran que nunca habían empezado las obras, que nunca hicieron nada. Casi aseguran que no saben qué era el Tipnis, como no saben qué es el cáncer. Eran los días en que inventaron la interminable novela del sistema de salud de un fantástico cuento de hadas. No hay el dinero que lo ponga en marcha, pero aseguran que atenderán solícitos a todos, que lo curarán todo, que será el sueño de hospitales hermosos, completos, con médicos sonrientes y enfermeras cariñosas que calmarán todos los dolores, que curarán todos los males.

¡Como si no los conociéramos! Se desesperan por quedarse con el poder a toda costa y necesitan borrar los delitos cometidos contra los indígenas y cuentan atropellados de maravillas que nunca pensaron ni les quitaron un minuto de sueño. Esconden las heridas más dolorosas que ha dejado su gobierno. Es el disfraz carnavalero para caminar como mansos corderos el largo camino a las elecciones que ven con temor. Es propaganda y es engañosa. Saben que estamos cansados de mentiras y de promesas que nunca pensaron cumplir. Creen que una careta hará olvidar doce eternos años de abusos, de corrupción, de ineficiencia, de mediocridad, de tiranía. Suponen que con dos sonrisas y un guiño harán olvidar todo.

Se vienen elecciones presidenciales en las que se han metido a codazos y empujones. Han ordenado fallos judiciales y permisos absurdos. Con engaños, con trampas, han aparecido adentro y saben que la rebeldía es creciente, es malestar, es rabia contenida y sin contener. Han hecho la pantomima legal y ahora se desesperan por conquistar la aprobación popular. Les urge mostrar lo que nunca hicieron y lo que nunca fueron.

¿Si de verdad quieren mostrar corrección, por qué no se retiran de las elecciones y por una vez obedecen la decisión del pueblo? ¿Por qué no restauran el desastre que hicieron con los tribunales de todas las siglas y colores? ¿Por qué no traen de vuelta a los que por mentir o por prevaricar premiaron con embajadas? ¿Por qué no vuelven a caminar nuestras calles en lugar de huir de la realidad en aviones exclusivos y de esconderse en palacios? En lugar de negar lo que hicieron en Chaparina, ¿por qué no piden perdón a los golpeados? En lugar de inventar servicios imposibles, ¿por qué no presupuestan para salud o para educación lo que tienen reservado para misteriosos y arbitrarios gastos presidenciales?

Saben que no cumplieron. Tienen conciencia de que han desperdiciado 13 preciosos años que no volverán. Como nadie, tuvieron la oportunidad de transformar la patria, pero no han empezado. Solo esconden tras un disfraz la borrachera de poder.

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