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18 de agosto de 2018, 4:00 AM
18 de agosto de 2018, 4:00 AM

Los masistas están muy mal en todo, pero hay que comprenderlos porque no se puede esperar nada más de ellos. Y además pronto les llegará el momento de irse. Después de tanto escándalo sucedido últimamente (medallas robadas, lupanares, borracheras, manoseos impúdicos, despilfarro) ahora se les ha dado por festejar el récord denigrante de que S.E. sea el presidente que más tiempo ha permanecido en el poder en Bolivia, por encima del Dr. Paz Estenssoro, del general Banzer y del mariscal Santa Cruz. Se trata de 12 años, 6 meses y 23 días (ahora cuatro días más), de un tirón, y no como el Dr. Paz, que fue cuatro veces jefe de Estado, el general Banzer que tuvo un periodo dictatorial y otro constitucional, y el mariscal de Zepita que fue tres veces presidente.

Hemos llegado a tal extremo de bochorno que en Bolivia se festeja la ilegalidad. Es producto de una ignorancia atávica. Ese récord oprobioso se celebrará hoy en Ivirgarzama, Chapare, meta lograda a costa de violar la Carta Magna, porque el tercer periodo de S.E. fue posible gracias a un fallo abusivo del Tribunal Constitucional del que algunos de sus autores resultaron públicamente premiados por el poder. Pero hay algo más; no solo se conmemoran hoy los 12 años, 6 meses y 23 días, sino que se reitera la candidatura de S.E. para una gestión de cinco años de yapa, siempre a través de otro fallo judicial forzado y también debidamente recompensado. Todo como fruto de las tramposas e inconcebibles elecciones judiciales (únicas en el mundo para deshonra del MAS).

Este récord que celebran los chapareños y algunos “movimientos sociales” ubican a S.E. por encima de Anastasio Somoza, que gobernó Nicaragua durante 10 años en dos periodos y del cubano Batista, que estuvo 11 años en el poder, primero electo y luego de facto. Y si las “bases” impulsan una nueva reelección de cinco años, nos encontraríamos con que S.E. estaría en el mando más que Duvalier, el dictador haitiano que gobernó 14 años, y que el propio Trujillo (ese mismo de La Fiesta del Chivo), que mandó en Santo Domingo durante 18 años, aunque después mantuviera su poder omnímodo a través de un par de mandatarios títeres. Y S.E. tan tímido, buenito, y humilde, que declaró el miércoles en Paraguay, sin arrugarse, que ya no desea ser candidato, que quiere irse a cosechar coca, pero que el pueblo se lo pide. “¿Y el 21-F?”, debieron preguntarle.

Es de imaginar lo que será el fiestón en Ivirgarzama, la de lacrimógenos y lambiscones discursos que habrá para honrar al “jefazo”; la de hurras, bailes, cantos y tragos. Y la de invitados que por nada del mundo querrán perderse el acontecimiento histórico y la posibilidad de salir en un “selfie” con S.E. No es para menos, ciertamente, si uno se pone en los zapatos de los masistas, porque es verdad que pocos le daban como plazo a S.E. completar una gestión de gobierno. Y es que con una gestión hubiera sido suficiente, porque hay que ver ese gabinete y esa Asamblea para convencerse que si no era por el bendito gas descubierto en épocas neoliberales, no hubieran existido tantos “elefantes blancos”, ni aviones caros, autos blindados, canchitas, coliseos, el museo de Orinoca, ni menos la faraónica Casa Grande del Pueblo, ni otros cientos de viajes costosos al exterior que solo pueden pagar los millonarios. Para qué mencionar el doble aguinaldo, cuando un solo pago hacía traspirar cada fin de año a todos sus predecesores de la democracia yesca.

No nos vamos a echar una farra monumental hasta desnudarnos, pero vamos a festejar atronadoramente quienes no estamos invitados a Ivirgarzama, y que veremos la transmisión del mando presidencial en enero del 2020, cuando S.E. tenga que entregar, desolado, la medalla de Bolívar y la banda, que han sufrido de tanto maltrato últimamente.

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