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30 de noviembre de 2018, 4:00 AM
30 de noviembre de 2018, 4:00 AM

La oposición pasó de la idea de la unidad deseada o posible a la realidad de la unidad imposible, lo que ayuda principalmente al MAS. No hubo hasta ahora capacidad en sus líderes para articular una alianza fuerte y un binomio opositor de consenso, que aproveche el descontento de alrededor de un 40 por ciento del electorado que jamás votará por Evo Morales y del otro 20 por ciento que espera una opción que los represente. Pasaron 12 años y los opositores no han podido construir un instrumento político robusto en todo el territorio boliviano ni han conseguido aún proyectar al poder a un líder nacional capaz de amenazar la hegemonía masista. Si no se enrumba el escenario antes de las elecciones presidenciales de 2019, los opositores pagarán la factura de perder el apoyo de miles de ciudadanos que demandan unidad para intentar frenar a un gobierno que se quiere quedar muchos años más. Pese al desgaste del MAS, sus posibilidades de repetir el mandato siguen intactas, si es que los opositores se siguen conformando solo con pelear entre ellos quién es la cabeza de la oposición.

Con nueve binomios únicos, tendremos unas primarias “de caricatura” que generarán un gasto de casi Bs 27 millones al Estado. A ningún partido le interesó finalmente una verdadera democratización interna, que se hubiera reflejado en una competencia electoral auténtica y no trucha. Que se suspendan y el TSE convalide las duplas sin sufragar, piden algunos analistas, a manera de ahorrar recursos y no contribuir a la farsa, ya que es casi imposible que los binomios inscritos sean vencidos por los votos nulos y blancos.

De los 18 candidatos solo hay tres mujeres. Una clara demostración estadística de que la realidad de desigualdad de género en Bolivia prácticamente no ha cambiado.

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