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20 de diciembre de 2018, 4:00 AM
20 de diciembre de 2018, 4:00 AM

“Hay ‘manadas’ sueltas. Vayan a dar una vuelta por las calles Florida y 21 de Mayo, y por la Arenales y la 24 de Septiembre, luego de las 23”, reflexionó en un provocador post de Facebook el periodista David Moreno, a propósito del descontrol de la diversión juvenil en la capital cruceña y los riesgos de violencia creciente que derivan en situaciones como el caso de violación de cinco muchachos a una joven en un motel. Evidentemente, quien transita las madrugadas, sobre todo de los fines de semana, por las calles principales del casco viejo se puede encontrar con una alarmante realidad de cientos de adolescentes y menores de edad que toman las calles donde hay boliches nocturnos, varios de ellos sin límite de horario, con escasa seguridad y con expendio de alcohol prácticamente liberado. Es alarmante vivir en una ciudad donde el dejar hacer y el dejar pasar es ya parte de un estilo de vida.

El local nocturno y el motel que recibieron al menor de edad y a los cuatro jóvenes que violaron a una muchacha deberían rendir cuentas por tolerar el consumo de drogas en sus establecimientos. También está prohibido que alguien de 15 años de edad compre y beba alcohol en un boliche. Penosamente, no hay alguna autoridad que se ponga los pantalones y frene a los locales y las licorerías que hacen su negocio con los adolescentes, sin importarles la edad ni los riesgos.

¿Y qué hacen la Felcn u otros organismos para evitar la oferta libre de droga a los jóvenes y adolescentes? La tarea contra el narcotráfico no debe enfocarse solo en los operativos que desbaratan las grandes fábricas y las megabandas mafiosas, sino también en los centenares de lugares en la ciudad a los que acuden los jóvenes de todas las clases sociales para alimentar sus vicios.

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