Opinión

cara a cara

El Deber logo
29 de diciembre de 2018, 4:00 AM
29 de diciembre de 2018, 4:00 AM

De lenguas y leyes. Algunos políticos latinoamericanos que llegan al poder gobiernan mirando el retrovisor, afirmó el periodista Andrés Oppenheimer, en una conferencia dictada en Santa Cruz hace algunos años. La crítica fue en el tiempo en el que el extinto Hugo Chávez hasta hizo exhumar los restos del libertador Simón Bolívar para precisar las causas de su muerte. Pasa el tiempo y algunos hechos le siguen dando la razón, como la obligatoriedad (por ley) en Bolivia de que para ser funcionario público y candidato se debe hablar algún idioma nativo. Desde que asumió el poder Evo Morales, sus opositores lo acusan de no saber lenguas originarias. Pese a que nunca se lo escuchó hablar en lengua originaria, el ministro de Desarrollo Productivo, Eugenio Rojas, afirma que el presidente del Estado es trilingüe, porque habla castellano, aimara y quechua. Hace unos días el vicepresidente Álvaro García Linera evadió hablar algo en un idioma nativo ante la pregunta de una periodista. “Fíjese cómo está en mis papeles que se han entregado (al TSE). Los postulantes han entregado unos papeles, un conjunto de certificados respecto al tema del idioma”, respondió, con lo cual algunos adversarios han pedido que lo inhabiliten. Nadie en su sano juicio alentaría a que se borren lenguas nativas o culturas tradicionales, pero de ahí a aprobar leyes para intentar imponerlas se corre el riesgo de enredarse y hasta pasar vergüenza. Siempre es mejor educar para el futuro sin olvidar el pasado.

Qué fácil sueltan la plata. El caso de supuesta estafa de Iris Grisel Berlioz Abadie, exdirectora de Cultura de la Alcaldía cruceña, muestra que algunas personas fácilmente se dejan embaucar. Una de las denunciantes afirma que le entregó $us 60.000 y otra le prestó $us 290.000 a la exfuncionaria edil. Los estafadores deben pagar por sus fechorías, pero también hay que ser más riguroso con las garantías para soltar esas cantidades de dinero.

Tags