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2 de julio de 2019, 4:00 AM
2 de julio de 2019, 4:00 AM

Estamos a una semana del paro convocado por el Comité pro Santa Cruz. En este mes de julio se definen listas de parlamentarios y se cierra el empadronamiento. Todo apunta a que este será el periodo preelectoral más convulsionado de nuestra historia democrática reciente. Entre amagos de chicotazos e insultos entre políticos, destaca la protesta pacífica y con sentido del humor que llevan adelante los jóvenes. No queda más que reírnos de nuestra suerte.

La Unión Europea y el Mercosur firmaron, tras 20 años de negociaciones, uno de los mayores acuerdos comerciales de la historia de ambos bloques. “Estamos enviando una señal potente de que apoyamos el comercio basado en normas”, dijo un representante europeo, en alusión a políticas proteccionistas a lo Donald Trump. Claro que todos los países protegen su producción a través de aranceles y restricciones para productos que vienen de fuera. Los acuerdos pasan justamente por eliminar dichas trabas en busca del beneficio mutuo. Hay países que lo hacen a la inversa: complican sus exportaciones y son muy permisivos frente a las importaciones.

La eliminación de nuestro equipo en primera fase nos amarga la vida, aunque ya deberíamos estar inmunes. Luego volvemos a sufrir cuando a nuestro segundo equipo favorito lo eliminan injustamente. Así nomás es ese deporte al que consideramos pasión de multitudes. Yo lo considero, además, el único deporte del mundo que define ganador fuera del partido, y el único donde los jugadores sufren agudísimos dolores de canilla cada cinco minutos. Pese a todo, amo ese deporte; esa pasión inútil. Pero hace bien apasionarse por otra cosa de vez en cuando. Por deportes donde gana el más talentoso, donde reina el juego limpio, donde no hay lloriqueo. Ya saben a qué me refiero. ¡Fuerza Dellien!

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