El Deber logo
5 de julio de 2019, 4:00 AM
5 de julio de 2019, 4:00 AM

Más cuero que neuronas. Los intelectuales deben pensarla dos veces antes de ingresar a la política, porque no es precisamente neuronas e ideas lo que buscan los partidos, sino cuero (de cuerudo). Ahí lo tienen a Diego Ayo, renunciando luego de que el qananchiri iluminado se mandara una de sus temerarias acusaciones. Luego sus acólitos se encargarían de esparcir el veneno, tratando de darle contexto a una simple perversidad. Vuelcan la tortilla, porque son ellos los que tendrían que rendir cuentas de sus descomunales excesos y no sus adversarios. Pero todos muerden el anzuelo. Todos se dejan corretear con la vaina del sable. Aquí solo caben políticos con antídoto para el veneno. Los demás, los que pudieron haber aportado sustancia al debate político, terminan tirando la toalla.

En lugar del ayo-ayo que le aplicaron a Diego, bien podríamos estar abordando el tema salud, por ejemplo. De pronto se presentan casos virales que matan a personas, y las autoridades demoran una eternidad en dar respuestas a la población, si es que las tienen. Hay que mandar muestras al imperio para que nos confirmen qué diablos amenaza nuestra salud. Las deficiencias aparecen al por mayor, pero mejor ni hablar de establecer responsabilidades, porque, al estar nuestro sistema de sanidad manejado por los tres niveles de gobierno, la responsabilidad es de todos y de nadie.

El club River Plate decidió abrir las puertas de su estadio en Buenos Aires para cobijar a personas en situación de calle, durante estas noches de frígidas temperaturas. Además promueve la donación de frazadas y de ropa abrigada. Digno de aplaudir el gesto de este equipo de fútbol. Esa misma ola de frío ya ha ingresado con fuerza a territorio boliviano. Ojalá que aquí también se manifieste el espíritu solidario para los necesitados.

Tags