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10 de diciembre de 2024, 8:28 AM
10 de diciembre de 2024, 8:28 AM


Por: Carlos Decker-Molina

La guerra en Siria comenzó en marzo de 2011 con un grafiti que decía: "Te llegó el turno, doctor". Terminó con la intervención de tropas rusas (al principio los hombres de Wagner) y la feroz participación de las milicias de Hezbollah, dejando al país dividido.

Bashar al-Assad logró recuperar el control de la llamada "Siria útil", que incluye las grandes ciudades con una clase media leal al régimen (alauitas, cristianos ortodoxos y otros grupos minoritarios como los drusos), así como los valles agrícolas y los yacimientos de petróleo. Dejó el desierto central en manos de los grupos yihadistas residuales de ISIS. En el noroeste, los kurdos gobiernan una zona que ha sido objeto de ataques por parte de los militares turcos, mientras que al norte permanecen los rebeldes islamistas apoyados por Turquía, junto con lo que quedaba de Al Qaeda, que resisten en Idlib, un enclave en el noroeste. Desde este último reducto de la oposición partió la ofensiva relámpago que finalmente logró entrar en Damasco.

El rol de Rusia

Es importante recordar la histórica alianza de la Unión Soviética (que no es la Rusia de hoy) con Hafez al-Assad, el padre del actual presidente sirio y conocido como el “constructor de la Siria moderna”. Durante la Guerra Fría, la URSS ejerció una fuerte influencia política y vendió equipo militar a dictadores como Assad y Saddam Hussein, a quienes también apoyó para crear partidos "socialistas" como el Baaz, que se perpetuaron en el poder. Tras la caída del bloque soviético, Siria quedó varios años a la deriva, sin experimentar el mismo tipo de democratización que vivieron algunas dictaduras de países africanos.

El apoyo militar de la Rusia actual al régimen de Assad tiene sus raíces en la era soviética. Rusia heredó la base aérea de Hmeimim, la mayor base militar rusa fuera de sus fronteras, junto con la base naval en Tartus y la base aérea en Latakia. El presidente Putin ha intentado con todas sus fuerzas mantener estas bases, por lo que ha negociado con los insurgentes de HTS, respaldados y más o menos controlados por Turquía, para asegurar la permanencia rusa en Hmeimim.

Una noticia reveló que "el Kremlin negoció con los insurgentes, liderados por Mohammed al-Julani, para que no impidieran su ascenso al poder, siempre que se permitiera la salida del dictador sirio y se respetaran las bases rusas". Este acuerdo implicó un apoyo tácito al nuevo "protector", que resultó ser Turquía. La caída de Assad representa un duro golpe para el prestigio de Putin, quien se vio obligado a dialogar con el líder insurgente para salvaguardar sus intereses estratégicos en la región.

El rol de Turquía

En la cumbre celebrada el pasado sábado en Doha, capital de Qatar, entre Rusia, Irán y Turquía, el presidente Erdogan se presentó como el triunfador. En esa cumbre, Erdogan anunció que HTS "va camino a Damasco", junto con las tropas de la SNA, apoyadas por Turquía.

Aunque no hay garantías de que Turquía pueda controlar por completo a HTS, el ministro de Relaciones Exteriores ruso, Sergei Lavrov, destacó que HTS está catalogado como grupo terrorista por la ONU y EE. UU. Sin embargo, en la realpolitik, las naciones pueden negociar con actores considerados enemigos.

Tanto Rusia como Turquía, junto con la UE y hasta Estados Unidos (especialmente bajo la administración Trump), quieren una Siria con un gobierno estable, sin el vacío político que ocurrió en Irak o, peor aún, en Libia, cuya situación sigue sin resolverse.

Erdogan ha emergido como el nuevo "protector" de Siria. Quizá por eso, Netanyahu, al conocer la postura pro-palestina de Turquía, dijo: "El Acuerdo de separación, suscrito en 1974, ha colapsado", y movilizó a parte de su ejército hacia la frontera con Siria para evitar sorpresas, con informes de que algunos elementos penetraron más allá de la frontera. Si Turquía asume el rol de "protector" de Siria, no debemos olvidar que es un miembro de la OTAN, es decir, parte del llamado "Occidente".

El rol de Netanyahu (Israel)

“El colapso del régimen de al-Assad, de la tiranía en Damasco, ofrece una gran oportunidad, pero también está plagada de peligros significativos", dijo Netanyahu. Por esta razón, el ejército israelí ha tomado temporalmente el control de la llamada zona desmilitarizada de los Altos del Golán. Netanyahu sostiene que el acuerdo de retirada de 1974 con Siria "ha colapsado", y por ello ordenó a las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) que penetraran en la zona de seguridad. "No permitiremos que ninguna fuerza hostil se establezca en nuestra frontera", advirtió.

Israel ocupó las alturas del Golán durante los últimos días de la Guerra de 1967 y las anexó unilateralmente en 1981. Esta medida no ha sido reconocida internacionalmente, aunque el gobierno de Trump la aprobó en 2019. Israel es otro de los ganadores del conflicto en Siria, pues la caída de Assad elimina a un régimen que permitía el paso de armas y suministros a las milicias de Hamas en Gaza. Además, Israel celebra la derrota de Hezbollah, que, a su vez, es un producto de la derrota de Irán en la región.

Sin embargo, en el Cercano Oriente nunca se puede dar por dicha la última palabra. Irán sigue siendo un actor clave, aliado de Irak y Yemen, pero sin control sobre el territorio sirio, su influencia directa sobre la existencia de Israel se ve limitada.

Un elemento clave de la dinámica regional es que Abu Mohammed al-Julani, líder de la rebelión del fin de semana, es de origen sirio y tiene familiares en los Altos del Golán, que está ocupado por Israel, donde viven miles de colonos judíos junto a más de 20.000 sirios, principalmente drusos, que se quedaron después de la ocupación.

La nueva Siria, con el control a distancia de la potencia regional turca, podría reclamar a Tel Aviv un estado para los palestinos, como condición para una paz duradera. Sin embargo, esto solo ocurrirá cuando las armas se silencien. O, simplemente, podría regresar la inestabilidad de la guerra larvada. Nadie puede preverlo con certeza.

Una delegación del gobierno de Netanyahu visitó Moscú el fin de semana pasado para dejar en claro sus puntos de vista: "No se permitirá que Siria forme parte de la cadena de suministro de material bélico para las milicias de Hamas". Mientras tanto, Turquía ha enviado señales a la UE, España, Italia y Francia para que ayuden a estabilizar Siria, lo que prueba la aparición de un poder regional.

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