María Amparo Carvajal era madre de las Mercedarias de Bérriz. Llegó de España a Bolivia en 1971. Enfrentó las dictaduras y trabajó como educadora en La Paz. Sus allegados la califican como una mujer de memoria privilegiada

23 de julio de 2023, 4:00 AM
23 de julio de 2023, 4:00 AM


María Amparo Carvajal Baños renunció en 1980 a su orden religiosa de las Mercedarias de Bérriz y eligió quedarse en Bolivia para continuar con la defensa de los derechos humanos. Desde ese entonces hizo del país su hogar donde tampoco conformó una familia propia y confesó a este medio que fue una de las decisiones más difíciles. Su círculo más cercano la define como una mujer con una memoria privilegiada capaz de recordar hechos históricos y detalles pese a su avanzada edad, también la definen como una persona austera, preocupada por los demás, muy humana y capaz de perdonar.

Mientras el sol da sus últimos rayos y se asoma la noche del viernes, Carvajal sentada en la terraza de la Asamblea Permanente de Derechos Humanos de Bolivia (Apdhb), institución que cofundó y desde donde realiza una vigilia de más de 50 días contra la toma de las instalaciones por un grupo afín al MAS, se dispuso a ser entrevistada por EL DEBER para contar breves capítulos de vida y de su lucha de más de medio siglo.


Amparo Carvajal



 La activista octogenaria, con abrigo y cubierta por algunas mantas sostiene su celular y en medio del bullicio de quienes la apoyan cuenta cómo llegó a Bolivia.

“Llegué el año 71 a Bolivia fui llamada como educadora en plena dictadura de Hugo Banzer, aunque él puso en receso la universidad y la escuela. Empecé como directora el 4 de febrero 1972 en la escuela Fernando Bravo en la Avenida Armentia (de la ciudad de La Paz). Desde noviembre del 71 a febrero del 72, empecé visitando a los presos y detenidos de Achocalla, también viajé a San Juan de Yapacaní porque no estaban contentos con la clausura del curso en agosto y querían clases para sus niños”, relató así el primer episodio de su activismo, todavía como enviada de las Mercedarias Misioneras de Bérriz.


Amparo Carvajal



Carvajal llegó a Bolivia desde su natal España en noviembre de 1971 como ‘madre’, aunque no lucía la vestimenta de religiosa. Además de ser educadora trabajó con la Comisión Episcopal Justicia y Paz, dirigida por el expresidente Luis Adolfo Siles Salinas, con la que hizo publicaciones contra la dictadura de Banzer. Recordó dos documentos que los pusieron en aprietos: ‘Los pueblos oprimidos, nunca serán vencidos’, y la segunda publicación sobre la masacre del Valle suscitada en 1974.


Este último documento irritó al general Hugo Banzer quien mandó a cerrar la Comisión dependiente de la Iglesia católica y que luego fue reemplazada por la Asamblea Permanente de Derechos Humanos, que fue liberada del control episcopal.

En esa época, Amparo continuaba siendo madre, título que obtuvo en los años 60 y que era otorgado a las mujeres con título profesional o dinero. Antes de llegar a Bolivia, tenía una invitación para ir a Nicaragua, pero eligió llegar al país en plena dictadura.

“Nunca llegué a Bolivia con hábito, vine muy guapa con 30 años, como me dice la gente cuando me ven aquí (en la terraza de la Apdhb): ‘yo la conocí cuando era joven y guapa’, pues sí. Estaba visitando las cárceles, pero muy triste y aprendiendo mucho de ustedes”, dice orgullosa de sus hazañas.

Cuando en 1980 asomaba una nueva dictadura, las Misioneras de Bérriz decidieron abandonar el país debido a un cáncer que atacó a su compañera María Julia. En ese momento, Amparo tuvo que tomar su primera decisión difícil: renunciar a la orden. La segunda sería no conformar una familia propia y hacer de Bolivia su hogar.



Amparo Carvajal



“No tengo familia cercana, no he querido hacerla. Mis compañeras se fueron después del 80 y yo decidí quedarme y enfrentar porque me quitaron el ítem de directora de escuela, pero luego me lo devolvieron para trabajar en la escuela de Llojeta. Luego viajé por todo el país desde la primera marcha de los pueblos indígenas, con la educación y con la atención en salud. He conocido los rincones increíbles de Bolivia y he hecho de ustedes mis wawas, no las hice propias porque he estado más preocupada por los hijos de otras mujeres”, señaló.

Carvajal nació en 1939 en Riaño-León, España, es la novena de 13 hijos de María Baños e Isidoro Carvajal. Estuvo enferma de cáncer y tiene una lesión en su cadera por una caída. Tiene 84 años y a esa edad es una mujer aventurera. La ex monja no le teme a la penuria de los viajes hacia el campo o a la selva. Viste siempre de falda o vestidos largos y lleva zapatillas cómodas, para las caminatas. Estuvo en la IX marcha en defensa del Tipnis. Durmió en una carpa y marchó por algunos días junto a los indígenas. Viajó a Caranavi cuando se suscitaron los trágicos acontecimientos de 2010 en ese pueblo yungueño. 

Uno de sus últimos viajes fue en abril de 2022, cuando llegó a Tariquía en Tarija, donde fue a verificar la pobreza extrema de cinco familias de la comunidad El Cajón y que sufrían hostigadas por defender su territorio. En ese entonces, denunció un secuestro por parte de los Interculturales. Hoy su más reciente pelea es por la recuperación de la casa de derechos humanos que cofundó con Siles. Cumple más de 50 días de vigilia, 12 de esas jornadas casi a la intemperie.

Carvajal pasó su vida de batalla en batalla por la defensa de los derechos humanos. Su familia más cercana es su amiga y compañera de lucha María Eugenia Cárdenas, quien la conoció desde su llegada a Bolivia. “Somos amigas desde que llegó, hemos compartido amistades.

 Por ejemplo, ella conoce a mis hijas desde muy pequeñas y ellas le dicen tía. Hemos sido muy cercanas, con este último conflicto hemos estado todos los días juntas por el trabajo en la Asamblea”, relató su compañera que mantiene una vigilia con Carvajal desde la acera de enfrente y casi como una guardiana cuidándola a la distancia.

Cárdenas describe a Carvajal como “alguien que se propone y que consigue, es una persona muy humana, capaz de perdonar. Es muy independiente y entregada a su trabajo. Tiene una capacidad de trabajar por muchas horas”. Dijo que comparten recuerdos comunes, como la marcha por el Tipnis, las acampadas en la carretera, los hechos de Chaparina y otros sucesos que vivieron juntas.

Desde hace 10 años, Víctor López es su médico y amigo quien señaló que Carvajal adoptó a Bolivia como su familia. Refiere que la octogenaria nunca pone como excusa su salud, menos su edad para continuar en la lucha. 

Para Adolfo Aramayo, otro allegado de la activista, desde que conoció a Carvajal, el año 1975, la recuerda como una persona austera y sin lujos, con una forma simple de vivir.

Jorge Quiroz, conoció a la activista en junio de 1997 cuando ella estaba a cargo de los centros de atención integral en Tembladerani, Pasankeri y Llojeta donde trabajaban con grupos de niños, jóvenes y mujeres a quienes ayudaban a ingresar a las universidades.

“Es una mujer incansable, dedicada y sin temor a nada ni a nadie. Es alguien que está poniendo en dificultades al sistema. María Amparo es la mejor boliviana que España le pudo dar a Bolivia, ejemplo para todas las generaciones”, apuntó.


BIOGRAFÍA

ES NATAL DE ESPAÑA
María Amparo Carvajal Baños
nació en enero de 1939 en
León, España. Tiene 84 años
y vive lejos de su familia hace
50 años, mismo tiempo que se
dedicó a la defensa de derechos
humanos en Bolivia.
COFUNDÓ LA APDHB
En 1976, luego que la dictadura de Hugo Banzer cerrara la
Comisión Episcopal de Justicia
y Paz por un artículo de la
masacre del Valle junto al expresidente Adolfo Siles Salinas
cofundó la Asamblea Permanente de Derechos Humanos
de Bolivia que hoy defiende y
busca recuperar luego de ser
tomada por un grupo del MAS.



DATOS

 1971 LLEGA LA ORDEN DE BÉRRIZ
La activista llegó a los 30 años
con las Mercedarias de Bérriz desde España y se instaló en Bolivia


1980 LAS BÉRRIZ SE RETIRAN
Las compañeras de Carvajal decidieron salir del país en 198